miércoles, 29 de marzo de 2017

Diplomado de PNL en XALAPA con Héctor D'Alessandro

                                 Diplomado de PNL en XALAPA con 
                               Héctor D'Alessandro
                   Considerado uno de los más veloces coachs                                    neuroprogramadores por políticos, empresarios, 
             artistas y actores  y personas de las más diversas                            profesiones que han trabajado con él en distintos países.
                Un auténtico modelador de empatía fulminante 

Nuevo Diplomado de Análisis Transaccional con Héctor D'Alessandro



Nuevo Diplomado en Análisis Transaccional en Xalapa con Héctor D’Alessandro
El éxito de este primer taller de Análisis Transaccional y la demanda por uno nuevo nos llevan a lanzar un segundo diplomado el día sábado 6 de mayo.
Estamos trabajando en el autoconocimiento con modelado y en un nivel muy profundo del musculo esqueleto, los terapeutas (y también personas que no lo son) experimentan, en el curso y en las sesiones individuales que, por primera vez en su vida, no están caminando a ciegas y al azar en cuanto a qué sienten y desde qué zona interna están sintiendo; dónde están ellos y donde está su interlocutor, clientes y pacientes.
Estamos reeducando al musculo esqueleto y al sistema nervioso a salir de zonas que ni conocían por la sutileza de su manifestación.
Luego de muchos años de trabajo en el desarrollo humano, podemos afirmar que las estrategias que aprendes en este curso son las únicas que te permiten calibrar, con asombrosa exactitud, la eficacia del trabajo que realizas con tus clientes, seas profesor, terapeuta u otra profesión.
Comenzamos el sábado 6 de mayo, de 10 AM a 8 PM (con descansos para comer y para el coffebreak)
Seguimos el 3 de junio
12 de julio
12 de agosto
9 de setiembre y 7 de octubre.
Inversión mil cada sesión, se descuenta un mes por pronto pago.
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa
Xalapeños Ilustres 88, Col. Centro, Xalapa, Veracruz
También te puedes inscribir al curso en su versión online.

Inscríbete al 2281 78 07 00 y al 2281 82 88 84 

El llamado del Alma para evolucionar


lunes, 20 de marzo de 2017

Diez razones por las cuales Aprender Análisis Transaccional


Diez razones por las cuales aprender análisis transaccional
1.    Porque se trata de un entrenamiento minucioso y preciso para reconocer de manera automática tus diferentes estados internos: los que contribuyen y los que no contribuyen a hacer tu vida mejor. Y manejarlos de una manera elegante y altamente potenciadora de tus mejores estados y cualidades internas.
2.    Porque aportará a tu experiencia interna más momentos de paz y certidumbre para tomar decisiones sanas y altamente eficaces.
3.    Porque te permitirá activar tu inteligencia emocional y tomar decisiones con la información clara y verdadera del aquí y el ahora.
4.     Porque te permitirá detectar de inmediato (cuando aparezcan en el campo de tu conciencia) los contenidos arcaicos del Niño interior herido y de tu Padre interior normativo, quienes toman decisiones en tu conciencia de manera compulsiva, y podrás sustituirlos con contenidos del Adulto consciente, que toma decisiones basadas en el principio de realidad y con información real en la mano.
5.    Porque te permitirá mejorar tus relaciones, evitando las incitaciones del Niño interior herido y del Padre Interior autoritario de los otros, y centrándote en una comunicación efectiva de Adulto a Adulto, sin juegos psicológicos de por medio.
6.    Porque, con movimientos de percepciones perceptivas (de la PNL) y de las constelaciones familiares, podrás dejar las cargas que no te pertenecen en manos de quienes auténticamente pueden resolverlas y liberar la energía que permanece atrapada en esos lazos inconscientes.
7.    Porque podrás acceder a una experiencia interna de tu propia personalidad en la cual te sentirás libre de aceptar o despedir en calma aquellos patrones que hasta ahora te precipitaban en situaciones y en relaciones que te hacían perder tiempo y energía, te desgastaban emocionalmente y te metían en una confusión sin encontrar la salida.
8.    Porque podrás liberar mucha energía creativa para usarla de una manera adecuada para tus propósitos reales.
9.    Porque podrás experimentar tu propia mente de manera nueva, fresca y creativa.
10.   Porque aprenderás a leer las motivaciones inconscientes de los otros y las tuyas propias, sin autoengaño y generando más probabilidades de éxito para tu vida.

Cuando dos personas interactúan, en realidad, no hay solo dos personas, sino al menos seis. Tres estados del ego dirigen de manera inconsciente nuestra conducta. Dos están constituidos por programaciones inconscientes arcaicas, cuya utilidad no está contrastada: el Niño y el Padre interiores. Básicamente, configurados por voces internas (nivel auditivo) asociadas a estados emocionales igualmente programados antes de los cinco años de edad y que tomamos por nuestras propias emociones y nuestra propia voz, y que dan órdenes, establecen reclamaciones (no siempre actuales ni necesarias) y dan permisos. Nos precipitan, sin que aparentemente podamos tener la capacidad de intervenir en estos procesos, en situaciones no siempre agradables. Se ven regulados por el Adulto, un tercera voz que surge durante nuestro desarrollo desde antes de los cinco años y que nunca deja de evolucionar a lo largo de toda la vida.
Sólo el Adulto es el estado de nuestro ego que puede decidir y equilibrar nuestros diálogos internos perniciosos y nuestras interacciones con los demás.
La parte de ti que te conduce de manera indeseada a situaciones nefastas es el Niño interior y a veces también el Padre interior normativo.
El Niño interior herido, a diferencia del Niño maravilloso, que también vive en ti, siempre está reclamando, disputando, haciéndose la víctima, enojado y en busca del castigo. Esa dimensión de tu personalidad vive en ti y toma decisiones por ti colocándote en una posición habitual en la cual los otros están bien y tú no logras estarlo.
Si tu Adulto está contaminado por este niño, que no se ha depurado mediante la observación equilibrada desde la conciencia, lo detectarás, porque tu Adulto no está satisfecho y siente que se sabotea a sí mismo de continuo y no acaba de conseguir lo que desea. Incluso puede que le hayas dado a tu Niño interior todas las satisfacciones materiales que continuamente demanda, e incluso así no te sientes satisfecha. El Niño interior está en la base de las adicciones y de los comportamientos compulsivos, también sustenta nuestros comportamientos y decisiones precipitadas que nos conducen a nuevas situaciones negativas. Está en la base de aquellas situaciones que nos hacen preguntarnos ¿por qué a mí me tiene que suceder esto?
El Padre interior autoritario, a diferencia del Padre nutriente, está construido en base a creencias firmes que adoptaste sin filtros ni crítica durante el proceso de tu crianza. En su lado positivo funcionan muy bien, porque te permiten resolver sin pérdida de tiempo sobre la mayor parte de las decisiones cotidianas: como se abre una botella con tapón de corcho, cómo se organiza un cumpleaños, etc. El problema surge cuando quieres resolver situaciones emocionales y de conflicto entre las personas. El Padre interior intentará resolverlas a partir de lo que aprendió en su hogar y ¿quién tuvo realmente una familia funcional que pudiera resolver sus asuntos con alta eficacia, de la cual aprender? Tu Padre interior las va a resolver a su manera automática e inconsciente, y puede meterte en grandes apuros.    
En el Taller de Destrezas en Análisis Transaccional vas a entrenarte en profundidad y con precisión para detectar a tiempo los diferentes estados del ego que te gobiernan y que determinan negativamente tus relaciones.
También vas a entrenarte minuciosamente para detectar el significado y la procedencia de complejas interacciones comunicativas, tuyas y de las otras personas.
Con estrategias de Programación Neurolingüística y Constelaciones familiares, especialmente rediseñadas para este taller, podrás detectar los diversos núcleos duros en tus diferentes estados del ego y desactivar sus partes inútiles o perniciosas, despedir los programas que aún gobiernan tu conducta y acceder al estado llamado “Adulto” en análisis transaccional, desde el cual puedes realmente gestionar con excelencia tus diferentes estados y las consecuentes decisiones.  
Héctor D’Alessandro

El Taller de Destrezas en Análisis Transaccional se realizará en las siguientes fechas
25 de noviembre
23 de diciembre
20 de enero
14 de febrero
14 de marzo
18 de abril
De 10 AM a 8 PM (con descansos para el coffe break y para comer)
En Xalapeños Ilustres 88. 
Clicka en el siguiente enlace para informarte directamente en la:
Inscríbete al 2281 78 07 00 o al 2281 82 88 84

viernes, 17 de marzo de 2017

Taller de destrezas en Análisis Transaccional. Fundamental para facilitadores de constelaciones y otras disciplinas.



El análisis transaccional es la base de las Constelaciones Familiares.
Taller de destrezas en Análisis Transaccional.
Luego de muchos años dando constelaciones familiares, Bert Hellinger, que se formó inicialmente en Análisis Transaccional,
vuelve a hablar de “guion de vida” en sus talleres.
El poder del Análisis Transaccional para desbaratar las estrategias que nos montamos para sabotearnos es francamente poderosísimo.
No sólo tenemos una firme lealtad con papá o mamá; hemos grabado en un periodo altamente sensible (antes de los cinco años de edad) toda la información sobre cómo será nuestro destino. Cómo será nuestra vida y nuestra muerte. A qué edad trabajaremos y de qué, qué profesión escogeremos y si fracasaremos o triunfaremos en ella, con quién nos vamos a casar y cuantos hijos tendremos, a qué edad nos vamos a divorciar, e incluso de qué enfermedad vamos a morir, a qué edad y quienes estarán allí en ese momento de desenlace final del guion vital.
Todo está grabado y codificado para que se active con la presencia de todas aquellas personas que necesitamos para el exacto cumplimiento de ese guion.
Pero no tienes por qué ser esclava de esa información inconsciente; el primer paso es hacerla consciente y con movimientos sistémicos y trabajo en el espacio, en nuestro próximo taller de Análisis Transaccional, comenzaremos a disolver los efectos nocivos de ese guion.
Mamá y papá (nuestros Padres) grabaron ese guion inconsciente durante aquellos primeros años y así nos convirtieron en un ser aburrido o vital, deprimido o entusiasta.
La lealtad hacia ellos hizo que no viéramos sus incongruencias. Por ejemplo, igual papá o mamá hacían pequeñas trampas en el cambio cuando compraban algo, pequeños delitos, y esto no era congruente con el resto de la información. Y, al mirarlos, pudimos ver aquella sonrisilla de lado de cómplice que nos pedía guardar el secreto: era el Niño interior de ellos mismos, que estaba dándonos un permiso, pero en otro contexto, y para el niño no hay diferencia de contextos: todo el espacio, a esa edad, es el de papa y mamá, sobre todo ésta última, ese mismo padre blandía en alto sus elevados valores, que nosotros sabíamos que no eran tales, al menos en todos los momentos y lugares.
Luego, ya adultos, nos metemos en juegos sociales más audaces: un multinivel que nuestro adulto nos está diciendo que es una estafa y que no va a funcionar. En una flor de la vida, que nuestro adulto, si pudo crecer, sabe que no va a funcionar y que es lo más parecido a una estafa. Pero allí surge nuestro niño interior en complicidad con el niño interior de aquella madre que nos guiñó un ojo cuando estafaba alguien en un pequeño cambio en la tienda, surge bajo la forma de sensaciones internas que, mareados como estamos y confundidos por tantos años no siendo nosotros mismos, aceptamos como una “señal positiva”. En el fondo, sabemos que eso no es así, pero el niño interior necesita estímulos excitantes y apuestas arriesgadas y una satisfacción adrenalínica inmediata, y nos lanzamos a aquello que sabemos que no va a funcionar. La misma actitud tenemos a la hora de casarnos o empezar un negocio, adormecidos como estamos para desarrollar nuestro Adulto debido a los mandatos en contrario: si me hago adulto descubro la verdad, es más seguro vivir en la mentira. El resultado es siempre el mismo: fracaso y depresión, gran frustración e impotencia. Porque ahora viene nuestro Padre interior a darnos la madriza del siglo con recriminaciones internas a ese niño interior travieso que se activa sin que podamos pararlo. Así te pasas la vida en un sube y baja emocional continuo sin ningún resultado, llorando de vez en cuando y yendo a jugar al juego de la “terapia” con algún profesional igualmente dormido respecto de sus dimensiones internas activas, y conseguimos que nos alienten otra vez a continuar por el mismo camino.
De ese modo vamos acumulado una y otra vez, esa emoción que siempre sentíamos cuando nuestros padres nos castigaban y a demostrar que no podemos superarlos a ellos, que en el limbo de la conciencia siguen siendo grandes, poderosos y saliéndose con la suya, mientras tú no puedes hacerlo.
¿Piensas acaso que ellos eran más felices que tú? De ningún modo, ellos también arrastraban ese dolor resultante de la lucha entre los mandatos de su propio Padre interior y las travesuras y permisos de su propio Niño interior.
Tienes que salir afuera, al aire fresco, fuera de tu mente y observarla con objetividad, la que nace de un adulto desarrollado y empoderado.

En el Taller de Análisis Transaccional que haremos el 25 de marzo de 10 AM a 8 PM, vamos a activar en tu ser todos estos personajes que te han estado haciendo la vida a cuadros. Para ello, entre otras cosas, te pedimos que traigas ropa, maquillaje y juguetes porque haremos mucho trabajo de interiorización y de activación de esos personajes. Para al fin liberarte definitivamente de ellos.
Héctor D’Alessandro
Será en Xalapeños Ilustres 88

La inversión es de mil pesos.
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa
Inscríbete al 2281 78 07 00 o al 2281 82 88 84


Programa y fechas
25 de marzo de 2017
22 de abril
20 de mayo
17 de junio
15 de julio
19 de agosto


Objetivos
Que el alumno/a incorpore en su repertorio de respuestas neurofisiológicas inconscientes el modo de lectura de la realidad, de las interacciones sociales y terapéuticas, propio del Análisis Transaccional (AT)
Que pueda por consecuencia, percibir de modo directo en las relaciones cotidianas si una persona se está comunicando desde su niño interior, desde sus padres interiorizados o desde su adulto y todo lo que esto implica.
Que pueda percibir de modo directo si la vivencia es de guion o es la propia vida.
Que pueda intervenir a tiempo y modificar la situación en el sentido deseado por su propósito vital más significativo.
Que adquiera destrezas que le permitan detener los comportamientos compulsivos de guion en sí mismo y advertirlo en las otras personas con el objetivo de invitarlas a abandonar la vivencia de guion.

Programa
Módulo I. Qué es el análisis transaccional.
Antecedentes.
Eric Berne.
Influencia del AT:
AT como modelo de trabajo psicoterapéutico en grupos familiares
En grupos terapéuticos semanales
El AT se convierte en el principal sistema de coaching empresarial en todo el mundo: “yo gano/ tu ganas”. Los sistemas “ganar-ganar”
Módulo II. El AT y sus legados.
Un nuevo concepto en la terapia y en el sentido común social: “El niño interior”
La terapia del niño interior.
EL AT origen y núcleo duro de las constelaciones familiares: del guion familiar al sistema familiar y los asuntos transgeneracionales.

Módulo III. Introducción al A. T.
Conceptos fundamentales.
Los “estados fluctuantes del ego”
Lectura psicorporal:
Identificación intelectual de los estados fluctuantes del ego.
Identificación psicocorporal de los estados fluctuantes del ego.
Identificación de los estados fluctuantes del ego en el espacio.
Psicogeografía de los estados fluctuantes del ego.
Los estados fluctuantes del ego y el sistema representacional
Identificación de los estados fluctuantes del ego en la gestualidad
Identificación de los estados fluctuantes del ego en la expresión verbal
Identificación de los estados fluctuantes del ego en la interacción.

Módulo IV. Experiencia y lectura corporal y espacial:
Cómo entrenar a un niño/a para fracasar
Cómo entrenar a un niño/a para no fracasar
Cómo entrenar a un niño/ para no tener éxito
Cómo entrenar a un niño/a para tener éxito

Módulo V. Trabajo en la mente inconsciente y en el espacio
La grabación temprana del guion familiar en la mente del niño
La mente del niño y el estado alfa de trance del cerebro humano
Cómo graba información el niño
La experiencia y la grabación de significados

Módulo VI. Estructuración del tiempo en la mente  niño/a
La emoción prohibida de nuestra familia: el “truco”.
Como correr detrás de premios por ir contra nuestro propio interés y voluntad.
Repetición compulsiva de la experiencia
Psicogeografía de la experiencia emocional
La emoción en la interacción
El guion de vida
Cómo saber que estoy viviendo el guion y no mi vida
Experiencia psicocorporal y en el espacio:
Quién decide por mí cuando parece que decido yo.
El guion aplicado: amor, sexualidad, vida afectiva, relaciones sociales, finanzas, empresa, familia, salud y enfermedad, hechos fundamentales: trabajo, casamiento, divorcio, muertes.
El guion personal de vida y el sistema representacional.
El guion y el sistema familiar de las constelaciones: similitudes y diferencias
El descubrimiento de Hellinger (creador de las constelaciones familiares y terapeuta familiar con PNL y AT durante años).

Módulo VII. Arqueología de la mente; experiencia de recapitulación y reimpronta.  (Psicocorporal y espacial).
Análisis del guion.
Psicogeografía del guion
El triángulo dramático
Experimentar el triángulo en las propias células y salir de él.
Cómo salir del guion
La buena vida
Psicogeografía de la buena vida
Imágenes y sistemas representacionales de la buena vida.

Tipo de aprendizaje: Significativo.

Se refiere a la posibilidad del alumno de relacionar el conocimiento con lo que ya sabe, de forma sustancial, adquiriendo la nueva información un sentido, otorgando un valor significativo a lo que se aprende.
Se desarrolla en el plano del ser, encontrando la autorrealización del estudiante porque el conocimiento involucra al estudiante en su totalidad: cognitivo, socio - afectivo, actitudinal y neurofisiológica.


(Este programa puede verse alterado en el orden por la propia dinámica del grupo. El trabajo es intelectual, pero por encima de eso es experiencial. En las diversas estrategias se vivencia corporalmente los conceptos vitales del AT)

Estamos en Xalapeños Ilustres 88, col. Centro - Xalapa
Inscríbete ahora:  2281 78 07 00 
                             2281 82 88 84

jueves, 16 de marzo de 2017

Soy responsable del mundo que veo. Héctor D'Alessandro



Somos responsables del mundo que vemos

Soy responsable de lo que veo.
Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar.
Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí.

En 1999 toqué fondo; el mundo que vivía era insoportable, aunque intelectualmente podía intentar (sólo intentar) convencerme de que todo era una realidad creada por la percepción y que el conjunto de los datos de la experiencia no eran otra cosa que la resultante de un acuerdo entre mi aparato psíquico y el de mis contemporáneos para mantener la realidad en su sitio, internamente estaba destrozado, los días que no deseaba realmente morir, los pasaba tumbado en la cama o en el sofá con la cabeza dando vueltas sin sentido hasta llegar a desesperarme. Al rato, este estado cedía su lugar a una ligera renovación de la energía que me motivaba lo suficiente como para salir a la calle e ir en busca de la compañía de mis amigos o socios de siempre y pasar la tarde juntos, a veces dándole vueltas al mismo asunto. En otras ocasiones la desesperación era tal que empezaba a alimentar en mi cerebro un discurso según el cual tenía que cambiar de vida y circunstancias una vez más en mi vida: todo se lo atribuía al entorno. Ambiente que ya había cambiado hacia siete años, yéndome de Uruguay, mi país natal, a vivir a Barcelona, en España, donde sentía que había algunas claves que pudieran sacarme de mi mundo alternativamente anodino o dramático. Cuando daba paso a una cierta serenidad, comenzaba a reflexionar y tomaba conciencia de que no era el ambiente, lo mismo que tampoco eran los otros, los causantes de mis males, sino que había algo dentro de mí que debía ser cambiado y que el único responsable, que podía emprender aquella tarea, era yo mismo; pero no sabía qué hacer, a dónde ir para encontrar las herramientas que me resultaran necesarias en tal tarea ni tampoco conocía a qué maestros, a cuáles profesionales dirigirme. Mientras todo esto sucedía, me informaba; si de algo jamás estuve ayuno, fue de información, libros y libros caían por docenas cada mes abatidos por mis implacables lecturas. Pero no eran los datos los que me podían calmar, eso ya lo sabía yo, y tampoco el tipo de teoría que utilizara para mejorarme, porque ya había hecho varios años de trabajo terapéutico personal y había comenzado a trabajar como facilitador. Sin embargo, algo me faltaba, la capacidad de conectarme a mí mismo de un modo estable y sobrevivir, aunque más no fuera, a las oleadas y ventarrones de un cataclismo emocional que año tras año caía en temporada y fuera de ella, sobre mi vulnerable y al mismo tiempo indómita persona.
Pero aquel año fue decisivo, cumplía treinta y seis años, la edad a la que había muerto mi único hermano, de un cáncer bastante agresivo, y el miedo a la muerte me mostraba en los escenarios de mi mente toda la parafernalia de efectos especiales con que solemos aterrarnos a nosotros mismos.
Aquel año comencé a tomar sesiones de “rebirthing” en Barcelona con una gran maestra y también me anoté en una formación en Madrid con el maestro que definitivamente me ayudaría a cambiar la totalidad de mi vida. Siempre estaré agradecido a aquel encuentro. Pasé mi cumpleaños en un taller en el hotel de Sants con Bob Mandel, creía que aquel lugar y mi opción por estar allí y hacer algo diferente en esa fecha, tal como hacerse a sí mismo un regalo de crecimiento y desarrollo personal, era lo mejor que podía hacer para mantenerme de este lado de la vida.
Comencé, en ese entonces, a prepararme como “renacedor”; la primera técnica con la que pude gozar de toda la profundidad de sus beneficios, debido quizás a que ya había recorrido un buen tiempo por otros andariveles: vipassana, meditación trascendental, análisis transaccional, recuperación del niño interior, osteopatía, práctica del tai chi, programación neurolingüística, antigimnasia. Muchas veces confundimos la última técnica practicada con la mejor; no es así, todo lo anterior nos ha estado preparando para este salto cuántico de incomparable eficacia y profundidad.
En el curso de rebirthing, Adolfo Domínguez, un maestro con una capacidad inaudita para activar todo lo que estaba aún dormido en ti, no parábamos de leer continuamente “Un Curso de Milagros”. Nuestra práctica no era de lectura pasiva ni de comentarios, evidentemente; era una preparación neurofisiológica en grupo para recibir la información del curso, a veces bajo la forma de una sola frase durante una hora de trabajo, pero esa única frase producía al entrar directamente en el fondo de nuestro ser y de nuestra experiencia personal con la fuerza de un sismo, un impacto lo suficientemente fuerte como para conmover los cimientos de nuestra existencia.
Esta frase: “Somos responsables de lo que vemos”, “Soy responsable de lo que veo”, repetida a lo largo del curso de muy diferentes maneras, es probablemente parte de “lo poco  que se te pide que aprendas en este curso” y como el mismo curso de milagros dice: “es tan simple que es imposible que no se entienda perfectamente”. “Es lo único que tienes que hacer para que se te conceda la visión, la felicidad, la liberación del dolor y el escape del pecado. Di únicamente esto, pero dilo de todo corazón y sin reservas, pues en ello radica el poder de la salvación”:

Soy responsable de lo que veo.
Elijo los sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero alcanzar.
Y todo lo que parece sucederme, yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí.

Ahora me quedaba claro, luego de trabajar y trabajar durante años con el propósito de descubrir cómo se hace para cambiar el corazón de los seres humanos, cómo se hace para propiciar el cambio que todas las personas dicen desear (aunque luego acaban demostrando que no están dispuestas a trabajar para lograrlo), cómo se hace para que, en medio del torbellino de los problemas inherentes a la experiencia humana, se pueda mantener la paz y manejar esos mismos asuntos con solvencia, elegancia, sobriedad y eficacia.
Aquello de que, cuando el alumno está preparado, el maestro aparece, se me mostraba, por primera vez en mi vida, como una realidad incontestable; no se trataba de una idea, no era una imaginación dentro de mi cabeza a la cual pudiera recurrir para expresar una frase interesante en medio de una conversación social y vacía. Era una emoción al mismo tiempo envolvente y agitada y también, aunque parezca paradójico, pacífica; podía incluso jugar a pasar por mi mente una vez más toda la película de mi pasado y no ceder a la costumbre de llorar y lamentarme o llegar a odiarme a mí mismo por cosas que aún seguía demandando una parte de mi ser a otra parte, herida, de mi ser.
Soy responsable de lo que veo, soy responsable de lo que veo, soy responsable de lo que veo, repetía sintiéndome cada vez más y más feliz. Claro, evidente, pero como no me di cuenta antes. No se trata de que yo construya esas percepciones, y estas, de un modo mágico, me atrapen a mí mismo y me mantengan encarcelado en una suerte de mentalidad o ideología personal nefasta. Yo soy el responsable del mundo que veo. Tengo la capacidad de hacerme responsable, de volver a tomar el mando de mi vida que, durante años, dejé librado al acaso de lo que mi mente aquella mañana luminosa o aquella triste noche quisiera determinar para mí. Recuerdo que en mi gráfico lenguaje escatológico, cuando el maestro nos preguntó qué cambios notábamos en nosotros mismos, declaré: he descubierto algo que es al mismo tiempo doloroso y muy poderoso: ahora cada vez que vea mierda en mi vida, ya no podré decir esta mierda no es mía. Había salido al fin de la inocencia psicológica, esa irresponsabilidad total de un mundo con víctimas y victimarios donde las primeras son buenas y las segundas son malas, sin matices. Aunque intelectualmente había comprendido esto desde hacía muchos años, ahora era una experiencia en mí, era una experiencia resultante de muchos miles de horas de práctica continuada de centrar mi mente y ahora la había acabado de centrar con unos contenidos que eran lo más adecuados para mí.
Volví a entrar en diferentes experiencias consideradas por mí como negativas en mi vida pasada y decidí ver en qué modo yo era responsable de la creación, no del evento, sino de la percepción de aquel evento. Comprendí algo que se me hacía hasta entonces extraño: cómo, en el año 1985, cuando yo aún vivía en el Uruguay, al salir de la cárcel, los presos políticos, menos airados que los parientes que los aguardaban afuera, podían estrechar la mano de aquellas personas que los habían torturado durante trece años y decirles “sin rencor”, mientras se daban mutuamente una palmada de reconocimiento mutua sobre el hombro. El odio y la indignación, sin embargo, parecían acrecentados en todos aquellos que no habían sufrido aquellos destinos tan difíciles, todos los que estábamos fuera. Se sumaba para todos los que no habían sido castigados directamente por la dictadura, la culpa por no haber sido castigados. He constatado luego que muchos hijos de detenidos y de torturadores heredaron esa culpa y acabaron suicidándose. El dolor, igual que el amor, atraviesa las fronteras mentales que los humanos podamos interponer.
Luego la justicia tendría muchas dificultades y presiones deshonestas a la hora de castigar a aquellos que violaron, aprovechándose de la impunidad que les proveía un estado de raíces totalitarias; en la mayor parte de los casos fue bloqueada para que no interviniera. Esta dimensión reparatoria sigue abierta como una herida y la sociedad, algún día, verá cumplirse sus resultados. Lo que me interesa en este artículo es la dimensión humana, personal; cómo esas personas que tanto sufrieron, pudieron superarse a sí mismas y conducir su cerebro y sus capacidades a un lugar de paz y de eficacia, decidiendo continuar con la tarea de cada día y darse el permiso para hacerse responsable de lo que veían. Una vez más, acudió en su ayuda la dimensión de los valores superiores. Algunos decidieron verse en un contexto en el cual todos fueron responsables o co-creadores de una realidad compartida, aunque esta fuera de conflicto. Decidieron verse como participantes convencidos de que ciertos valores eran superiores y que por ellos valía la pena luchar y dar la vida incluso. Ampliaron su campo de percepción.
Para mí, aún en la lejanía, era importante comprende todo eso que había sucedido, para comprenderme a mí mismo; todos pertenecemos a un sistema, queramos o no, todos somos miembros de la filiación.
En la filiación no puedo enajenarme y decidir que lo que veo sea diferente de lo que pedí. Cuando miro a las hormigas con el telescopio, no puedo pedirle a este instrumento que me permita ver como lo haría con un microscopio. No puedo recriminar a la naturaleza de las hormigas porque no las veo como yo deseo hacerlo.
Yo soy responsable entonces de no enojarme con el banco por un préstamo impagable que yo mismo pedí haciendo oídos sordos a lo que mi conciencia me decía sobre que no podría pagar. Puedo, en cambio, analizar el sistema de decisión interno que me llevó a tomar esa decisión, para no volver a caer en la misma trampa; las empresas trabajan día y noche en el análisis de las posibilidades que ofrece nuestro infantilismo para mantenernos atrapados en una red eterna de endeudamiento. Pero yo puedo decidir no entrar en ese juego.
No puedo enojarme conmigo mismo, no es agradable hacerlo, por haberme comprado una prenda de ropa carísima y quejarme por su corta duración; esto ya me ha pasado otras veces y sé que eso va a volver a suceder. No puedo iniciar un movimiento de protesta armado y desear que las fuerzas de seguridad del estado me traten con delicadeza, ya sé a qué me estoy arriesgando, y me hago responsable de mis resultados. No puedo casarme cinco veces y decir que cada uno de los divorcios fue un fracaso y que no encuentro al amor de mi vida; eso es infantil por completo, algo de bueno tiene que haber sucedido en cada una de esas relaciones, debo hacerme responsable de mis malos resultados y de mis buenos resultados, si descarto los primeros estoy descartando los segundos, estoy lanzando al bebé por el desagüe junto con el agua de la tina. El niño interior herido que llevo dentro tiene la peculiaridad de que hace, de un problema, una catástrofe; ese es su modo de actuar. Y en muchas ocasiones, cuando en los grupos terapéuticos se habla del famoso “ego” que nos domina y que “está totalmente demente”, según el Curso de Milagros, muchas veces se está hablando de una dimensión de nuestro ser que es el famoso “niño interior”; ese niño interior que continúa llorando. Es a mí mismo, a quien debo observar con responsabilidad; generando una nueva respuesta más hábil en mi interior para manejar la vida en la filiación.
Ese socio está enojado conmigo, pero de alguna manera el cincuenta por ciento de la responsabilidad es mía, aunque el niño interior llamado ego venga a decirme que no, que soy totalmente inocente, que esa persona es la peor de las personas posibles y que tengo todo el derecho a resarcirme mediante algún tipo de ataque o venganza. Seguramente tengo muchas cosas que agradecerle a ese socio, incluido este mal momento que ambos estamos atravesando. Y si decidiera, aún en contra de la voluntad absolutista de mi ego, sentarme a hacer un listado de las cosas que hemos hecho juntos, acabaría dándome cuenta de que, en el contexto mayor de la totalidad de la vida, eso no es lo más importante que me ha sucedido pero me ha enseñado muchísimas cosas significativas. Sobre los seres humanos y sobre mí mismo.
Pasé muchísimas horas de mi vida, mientras trabajaba, escribiendo listados inacabables de tesoros que me habían regalado, a veces sin saberlo, las personas con las que más enemistado me encontraba. Luchando contra mis más enconados rencores, pude ver bajo una luz amistosa y agradable todos los momentos de éxito, de cariño compartido que había vivido con cada una de esas personas y como si el universo se confabulara para enviar una onda mensajera, a veces me los encontraba en la calle, en el metro, en el tren camino a Vallvidrera, en Barcelona y podía hablar con ellos en calma, a veces para decirles sinceramente que lo que había sucedido era una puta mierda y una indignidad pero que no guardaba ningún rencor y que decidía quedarme con lo bueno de todo lo que había sucedido. Incluso me llamaban por teléfono personas de Uruguay con las que no habíamos completado el circulo de nuestra relación en una despedida definida y limpia, para sanar esas áreas de nuestras vidas.
Enconado en ver en un pariente todo el mal que de esa persona procedía, inicié el tratamiento de verlo de otro modo y reconocer cuánto dolor aún guardaba de aquella relación y de aquellas situaciones y me pude ver a mí mismo recordando todo el período en el cual el cariño y el respeto mutuo aún fluía a raudales. Y mi musculo pericardio se sintió tremendamente aliviado. Mi corazón había roto un dique de contención por donde comenzó a manar de nuevo cierta naturalidad para amar.    
A veces incluso me llamaban por teléfono amigos y amigas desde distintos puntos del planeta, donde ahora vivían, para cerrar algún ciclo abierto y me encontraba en la mejor disposición para hacerlo; a veces, alguna persona llamaba para reafirmarse en que tenía razón y en que todo había sucedido tal y como ellas lo decían, pero eso no me afectaba; no tenía ganas de discutir por la más lábil de las pretensiones en la filiación: la legitimidad de mi interpretación.
Empecé a elegir qué sentimientos experimentar y si estos estaban de acuerdo en cada momento con mis propósitos superiores, entonces comenzó una acción imparable de descarte. 
¿Esto colabora en la realización de mis propósitos superiores? ¿Esto no lo hace? Comenzaron entonces a alejarse de mi vida personas que me encontraban “raro”; pero a cambio comenzaron a acercarse a mi vida otras personas que sí tenían propósitos similares a los míos. Podía dolerme por las pérdidas y no ver los beneficios; como antes hacía en modo automático. Pero decidí celebrar una bienvenida a todo lo que llegaba y despedir con fluidez lo que se marchaba.
Empecé a buscar cómo era que aún continuaba logrando que algo desagradable llegara a mi vida y mediante qué mecanismos yo mismo lo había pedido. Descubrí el arte de hacer la “lista de la compra”. Esa lista que haces antes de ir al supermercado y que te guía mientras estás dentro del establecimiento, para llevar exactamente lo que habías ido a buscar y no aquello que, ubicado estratégicamente, la empresa decidió que contra tu voluntad debías llevarte. En la experiencia de la filiación sucede lo mismo: en la cara “A” de la lista tengo escrito lo que realmente afirmo desear, pero la cara “B”, que he decidido no mirar, me va a atraer, como un imán, todo aquello que escandalizado afirmo no desear. A lo que te resistes, persiste.
“No te engañes por más tiempo pensando que eres impotente ante lo que se te hace. Reconoce únicamente que estabas equivocado, y todos los efectos de tus errores desaparecerán”. (UCM)
El milagro es una “rectificación” una corrección de tu percepción, así lo define el mismo Curso de Milagros.
Esta rectificación es similar a la que se produce en una constelación familiar; alguien se consideraba totalmente inocente de algo que produciendo gran dolor se dio en su familia, pero en el sistema familiar igual que en la filiación, todos somos uno, todos estamos hermanados y estamos para colaborar en la sanación de los otros en comunidad. Yo no me sano solo, mis hermanos se sanan conmigo. Esa persona que se considera inocente, que quiere a toda costa ser inocente, se priva del mal en su vida, pero se priva también de todas las bondades de la existencia. En la vida hay que mojarse, asumir incluso un destino difícil, y un modo valiente es cambiar la percepción, una tarea que es tan cotidiana, monótona y repetitiva, como todos los otros aprendizajes que hemos realizado. Pero ese primer paso para realizar un cambio de alcances imponderables, puede ser tan sencillo como afirmar, aquí y ahora, de todo corazón, teniendo en mente todo aquello que aún te causa dolor:
  “Soy responsable de lo que veo”.

Héctor D’Alessandro
15 de marzo, Xalapa, Veracruz
Un Curso de Milagros.
Taller todos los jueves de 6 a 8 PM. En Xalapeños Ilustres 88
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa
Col. Centro Xalapa. Contacta con nosotros al 2281 78 07 00 o al 2281 82 88 84.
En el taller que realizamos todos los jueves, conectamos el trabajo psicofísico con el Curso e Milagros a nuestra realidad inmediata y cotidiana.
Puedes integrarte al curso en el momento que quieras.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Taller de destrezas en Análisis Transaccional



El análisis transaccional es la base de las Constelaciones Familiares.
Taller de destrezas en Análisis Transaccional.

Luego de muchos años dando constelaciones familiares, Bert Hellinger, que se formó inicialmente en Análisis Transaccional,
vuelve a hablar de “guion de vida” en sus talleres.
El poder del Análisis Transaccional para desbaratar las estrategias que nos montamos para sabotearnos es francamente poderosísimo.
No sólo tenemos una firme lealtad con papá o mamá; hemos grabado en un periodo altamente sensible (antes de los cinco años de edad) toda la información sobre cómo será nuestro destino. Cómo será nuestra vida y nuestra muerte. A qué edad trabajaremos y de qué, qué profesión escogeremos y si fracasaremos o triunfaremos en ella, con quién nos vamos a casar y cuantos hijos tendremos, a qué edad nos vamos a divorciar, e incluso de qué enfermedad vamos a morir, a qué edad y quienes estarán allí en ese momento de desenlace final del guion vital.
Todo está grabado y codificado para que se active con la presencia de todas aquellas personas que necesitamos para el exacto cumplimiento de ese guion.
Pero no tienes por qué ser esclava de esa información inconsciente; el primer paso es hacerla consciente y con movimientos sistémicos y trabajo en el espacio, en nuestro próximo taller de Análisis Transaccional, comenzaremos a disolver los efectos nocivos de ese guion.
Mamá y papá (nuestros Padres) grabaron ese guion inconsciente durante aquellos primeros años y así nos convirtieron en un ser aburrido o vital, deprimido o entusiasta.
La lealtad hacia ellos hizo que no viéramos sus incongruencias. Por ejemplo, igual papá o mamá hacían pequeñas trampas en el cambio cuando compraban algo, pequeños delitos, y esto no era congruente con el resto de la información. Y, al mirarlos, pudimos ver aquella sonrisilla de lado de cómplice que nos pedía guardar el secreto: era el Niño interior de ellos mismos, que estaba dándonos un permiso, pero en otro contexto, y para el niño no hay diferencia de contextos: todo el espacio, a esa edad, es el de papa y mamá, sobre todo ésta última, ese mismo padre blandía en alto sus elevados valores, que nosotros sabíamos que no eran tales, al menos en todos los momentos y lugares.
Luego, ya adultos, nos metemos en juegos sociales más audaces: un multinivel que nuestro adulto nos está diciendo que es una estafa y que no va a funcionar. En una flor de la vida, que nuestro adulto, si pudo crecer, sabe que no va a funcionar y que es lo más parecido a una estafa. Pero allí surge nuestro niño interior en complicidad con el niño interior de aquella madre que nos guiñó un ojo cuando estafaba alguien en un pequeño cambio en la tienda, surge bajo la forma de sensaciones internas que, mareados como estamos y confundidos por tantos años no siendo nosotros mismos, aceptamos como una “señal positiva”. En el fondo, sabemos que eso no es así, pero el niño interior necesita estímulos excitantes y apuestas arriesgadas y una satisfacción adrenalínica inmediata, y nos lanzamos a aquello que sabemos que no va a funcionar. La misma actitud tenemos a la hora de casarnos o empezar un negocio, adormecidos como estamos para desarrollar nuestro Adulto debido a los mandatos en contrario: si me hago adulto descubro la verdad, es más seguro vivir en la mentira. El resultado es siempre el mismo: fracaso y depresión, gran frustración e impotencia. Porque ahora viene nuestro Padre interior a darnos la madriza del siglo con recriminaciones internas a ese niño interior travieso que se activa sin que podamos pararlo. Así te pasas la vida en un sube y baja emocional continuo sin ningún resultado, llorando de vez en cuando y yendo a jugar al juego de la “terapia” con algún profesional igualmente dormido respecto de sus dimensiones internas activas, y conseguimos que nos alienten otra vez a continuar por el mismo camino.
De ese modo vamos acumulado una y otra vez, esa emoción que siempre sentíamos cuando nuestros padres nos castigaban y a demostrar que no podemos superarlos a ellos, que en el limbo de la conciencia siguen siendo grandes, poderosos y saliéndose con la suya, mientras tú no puedes hacerlo.
¿Piensas acaso que ellos eran más felices que tú? De ningún modo, ellos también arrastraban ese dolor resultante de la lucha entre los mandatos de su propio Padre interior y las travesuras y permisos de su propio Niño interior.
Tienes que salir afuera, al aire fresco, fuera de tu mente y observarla con objetividad, la que nace de un adulto desarrollado y empoderado.
En el Taller de Análisis Transaccional que haremos el 25 de marzo de 10 AM a 8 PM, vamos a activar en tu ser todos estos personajes que te han estado haciendo la vida a cuadros. Para ello, entre otras cosas, te pedimos que traigas ropa, maquillaje y juguetes porque haremos mucho trabajo de interiorización y de activación de esos personajes. Para al fin liberarte definitivamente de ellos.
Héctor D’Alessandro
Será en Xalapeños Ilustres 88
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa

Inscríbete al 2281 78 07 00 o al 2281 82 88 84

viernes, 10 de marzo de 2017

Es imposible ver dos mundos. Un curso de Milagros.




 Es imposible ver dos mundos
(Comentario a la lección número 130 de Un Curso de Milagros.)
¿Por qué es imposible ver dos mundos?
Porque disponemos de un equipo neurofisiológico que determina que, a menos que te entrenas para pensar dentro del sistema taoísta o hagas PNL u otra disciplina equivalente, tu sistema nervioso que, responde a los reflejos que se han implantado en tu ego (tensión neuromuscular crónica, según Alan Watts) sólo vas a ver una versión a la vez del mundo que te rodea, interno y externo. ¿Cómo te has preparado? Para ver un mundo de oportunidades o de bloqueos constantes, ambos son creaciones de tu aparato neurofisiológico, tal y como está al día de hoy. El pensamiento (como conjunto de representaciones que de modo automático tu cerebro crea para interpretar lo que hay allí fuera en la experiencia externa y en la interna) piensa por ti antes de que Tu mismo lo hagas. Podríamos decir que la percepción está de alguna manera predeterminada. Estás preparado para ver en cada suceso del día una fuente de felicidad o una fuente de disgusto. Esto también se va a dar de modo automático. Desde tu ego (esa tensión neuromuscular crónica) no se va a dar una ampliación del campo de la percepción a menos que te entrenes para ello, de ahí que el Curso de Milagros te diga constantemente que tú no sabes nada acerca de lo que realmente quieres, porque no estás equipado para saber qué es lo que quieres. Si a algo te pareces es a un disco duro recién formateado y en el cual has instalado unos pocos programas, que va responder en modo automático a todo lo que se le presente con los programas de que dispone. No va a hacer nada que a día de hoy no esté programado para hacer.
Por eso el mismo Curso de Milagros te dice que la verdadera ley de causa y efecto tal y como opera en el mundo es que verás lo que desees ver. Y esto se cumple en todos los ámbitos de la percepción humana. El científico, cuando escoge su “objeto de estudio” se rige por una metodología adoptada ex profeso por él, para indagar determinadas dimensiones de ese mismo objeto y no puede en ningún caso exigirle al llamado objeto de estudio que le entregue información que no esté comprendida dentro del marco interpretativo desde el cual se la ha solicitado.
Tenemos un ejemplo clarísimo en la física, un ejemplo muy manido. Cuando se analiza la naturaleza de la luz, se puede ver a esta como un conjunto de corpúsculos, si se la observa con un aparato preparado para detectar y medir distintos aspectos de esos corpúsculos, pero en ningún caso se la puede ver como ondas con ese mismo aparato; del mismo modo, cuando se la considera bajo la óptica de una aparato medidor de ondas, no se la puede ver en ningún caso como conjunto de corpúsculos.
Si logras crear un aparato que te permita observar el movimiento de la luz, bajo esas dos ópticas, habrás ampliado tu percepción. El Curso de Milagros te invita a ampliar tu percepción, te invita a que le hagas lugar al Espíritu Santo, a la visión no dicotómica a la que te has habituado en la existencia terrestre. El caso es que tu aparato perceptivo te permite hacer observaciones de mayor calado sin juzgar. En un viejo experimento, que gustaba siempre de mencionar Umberto Eco, se comprueba que, al conducir un coche, estás prestando atención, a la vez, a cuarenta y ocho variables, a cuarenta y ocho aspectos de la realidad que son significativos cuando manejas un vehículo. Esto quiere decir ni más ni menos que tenemos la capacidad de estar atentos a una multiplicidad enorme de variables, a la vez.
Piensen un poco en las personas que están todo el día ocupadas, sin llegar a estresarse, las personas que están en un estado creativo haciendo algo que les apasiona. Están plenamente atentas a una múltiple cantidad de datos, que en ocasiones crecen con el aprendizaje, y no pueden perder tiempo en tonterías ni en nimiedades. Decimos de ellas que están realizadas.
Que estén realizadas en el ámbito profesional no quiere decir que sean felices en el contexto mayor: humano o espiritual, pero al estar sometidas a un entrenamiento que les hace percibir cada vez más en el ámbito en el que trabajan, ya tienen un punto ganado: saben concentrar su mente descartando a la vez todo aquello que no los conduce por el camino que desean.
Por eso no pueden ver dos mundos a la vez. Eso puede ser un infierno o un paraíso. Mientras estás enfocado con una percepción unilateral, con un enfoque determinado, ninguna otra percepción, que le lleve la contraria a ese modo, podrá entrar en el campo de la conciencia. Y si entra pero va a distorsionar tu manera de ver actual, la vas a descartar por inútil o perjudicial. Te desvía de tu interés principal. Este procedimiento, tan propio del aparato psíquico humano, es muy útil, sobre todo si ya tienes suficiente entrenamiento. Has aprendido a entrenarte en la visión unifocal para objetos concretos. Lo que aquí aprendemos es a enfocar otra vez, desde la raíz, a no dejarnos perturbar por modos de visión alternativos y a verlos todos a la vez desde una visión nuevamente unificada. Pero, ahora, unificada en el Espíritu. En el vértice superior de la pirámide de la experiencia humana; justamente donde están situados los valores que nos guían día a día. Cuando percibes la realidad desde ese punto, tampoco hay ocasión para ver dos mundos. Cuando percibes desde el espacio neutral o vacío creativo o Espíritu Santo, no hay espacio para que entre allí la visión que tu particular tensión neuromuscular crónica han configurado para que siempre estés asomada al mismo agujerito pequeño de la pequeña ventana desde la cual habías decidido (por un olvido propio de la existencia humana) mirar la vastedad de la vida y el Universo.  
Héctor D’Alessandro 2017

Un Curso de Milagros. Taller todos los jueves de 6 a 8 PM en Xalapeños Ilustres 88
Col. Centro Xalapa. Contacta con nosotros al 2281 78 07 00 o al 2281 82 88 84.
En el taller que brindamos todos los jueves, procuramos conectar el trabajo psicofísico con el Curso de Milagros, con nuestra realidad inmediata y cotidiana.
Puedes integrarte al curso en el momento en que quieras.  

martes, 7 de marzo de 2017

Diez razones por las cuales APRENDER CONSTELACIONES FAMILIARES

Diez razones por las cuales Aprender Constelaciones Familiares

1.    Porque es el método que más transformaciones en la vida de las personas ha realizado, de manera comprobada, en las últimas décadas.
2.    Porque permite a las personas ser FELICES y VIVIR SUS PROPIAS VIDAS, libres por completo de cargas familiares impuestas.
3.    Porque te permite reunir la totalidad de tus fuerzas personales y dejarte impulsar por la fuerza que viene de tu sistema ancestral y familiar.
4.    Porque limpia por completo tu modo de ver y al fin puedes, como tantas personas ya lo han hecho, decir ¡¡¡¡¡¡Cómo no descubrí esto antes!!!!
5.    Porque te facilita el acceso a tu paz interior para, desde esa posición, resolver con maestría y elegancia.
6.    Porque LIBERAS a tus propios hijos de todas las cargas para que vivan sus vidas y afronten sus destinos con FELICIDAD y EFICACIA
7.    Porque tu propio cuerpo te lo agradecerá, abandonando para siempre todo tipo de malestares y sobre todo el enorme CANSANCIO de vivir con cargas que NO SON TUYAS
8.    Porque recuperarás tu SONRISA
9.    Porque volverás a tener TODA tu FUERZA INTERIOR para DISFRUTAR de tus RELACIONES
10. Porque MERECES vivir TU VIDA del MEJOR modo posible



lunes, 6 de marzo de 2017

Nuevo Diplomado en Constelaciones Familiares





Constelaciones familiares, organizacionales y de la proporción áurea.

De 10 AM a 2 PM y de 4 a 8 PM

Marzo 11 y 12
Abril 8 y 9
Mayo 13 y 14
Junio 10 y 11
Julio 1 y 2
Agosto 5 y 6

El diplomado implica un proceso muy profundo de autoconocimiento y de trabajo consigo mismo por parte del alumno o la alumna que le permitirá crecer y hacer frente a cualquier situación propia o de sus clientes.
La asistencia a la totalidad de las clases es un compromiso que el alumno o alumna asume ante sí y ante un grupo en evolución.  (La inasistencia a una clase no exime del pago; no existe la autoestima de dos velocidades.)
Será en Xalapeños Ilustres 88, Col Centro Xalapa.
Inscríbete ahora al 22 81 82 88 84  y  2281 78 07 00
Héctor D’Alessandro
 “Muchos años cambiando vidas y destinos”.
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa

Compartir el crecimiento con un grupo implica un compromiso; un compromiso con todas las percepciones que yo mismo me he creado para desarrollarme; todos esos ojos que me están mirando y que me están dando mi lugar.
En los grupos la gente a veces se va yendo, más tarde o más temprano, el sistema familiar al que pertenecen toma el mando y les dice “hasta aquí”. Por eso siempre invitamos a los participantes a ir más allá de su “historia personal” de su “guion de vida inconsciente”, de sus saboteos constantes procedentes de las lealtades familiares y de las dinámicas inconscientes que se reactualizan por la mera convivencia terapéutica en el contexto de un grupo que toma la decisión de evolucionar.
Este grupo es exclusivamente de Constelaciones. Ese es su único enfoque y desde allí observaremos la totalidad de nuestro viaje. Esta visión única puede hacer de ti un terapeuta o un facilitador enfocado y centrado, autentico, libre para liberar, poderoso, alegre y amoroso para poder acompañar a tus clientes y para hacer frente a las circunstancias de tu propia vida.
Les abraza desde el Alma
Héctor D’Alessandro

Escuela Internacional de Coaching de Xalapa

jueves, 2 de marzo de 2017

La guerra de Irak y Un Curso de Milagros. Héctor D'Alessandro



La guerra de Irak y Un Curso de Milagros

“Acepta el temor y que el entrenamiento te guíe”.
Ang Lee: “Billy Lynn’s”

En la excepcional película del director Ang Lee (“El tigre y el dragón”, “Brokeback Mountain”, entre otras) el soldado Billy Lynn que da título al film, en momentos previos a realizar un ataque que será definitivo para el comandante a cargo de su escuadrón, recibe, junto a sus compañeros, y a manera de consigna, la frase: “acepta el temor y que el entrenamiento los guíe”.
Esta sola idea, tan poderosa en sí misma si se hace vivencia en la persona, es la clave del éxito en el trabajo espiritual y en cualquier tipo de entrenamiento profesional, pero por sobre todo en el aprendizaje dinámico.
 En el año 1994, comencé un trabajo personal basado en enseñanzas alquímicas donde se te indicaba “si no crees en esto, no importa, simplemente suspende tu juicio adverso durante cuarenta y dos días y ponlo en práctica, luego tú puedes decidir con una base en la experiencia”. Recuerdo que al leer aquella simple frase, un mundo entero se abrió ante mí. Mi personalidad se caracterizaba por una amplitud de expectativas y una aceptación básica de que muchas cosas que parecen imposibles pueden ser perfectamente posibles y realizables.
No conocía aún los avatares en los que puede sumergirte el conjunto de creencias inconscientes negativas y el carácter inercial de ciertos patrones de actitud y de comportamiento. Aún tendría que batallar, en el futuro, con bastantes de esos dragones o demonios interiores, y por suerte emprendí ese camino, con herramientas a mi disposición que, por su precisión y debido a los sofisticado de su acción, cada vez me hacían más fluido y placentero el sendero a recorrer.
A partir de aquel momento adopté como consigna que jamás me opondría en principio a nada, que me mantendría, en la medida que sintiera que la confianza me acompañaba, en una actitud básica de disponibilidad para la experimentación.
Quería sentirme a mí mismo en profundidad, quería estar presente en cada interacción cotidiana, quería, en definitiva, poder estar cómodo en la vida delante de mis semejantes, sin miedo a ser yo mismo, como lo veía en muchas personas que empezaba a conocer.
Personas conectadas; conectadas consigo mismas de un modo radical.
Pronto comprendí que el trabajo interior de desarrollo personal tiene un carácter eminentemente de entrenamiento, de entrenamiento consciente.
Comprendí rápidamente que hasta ese momento yo era un conjunto de creencias, la mayor parte de las cuales jamás habían sido cuestionadas y que además muchas de ellas se manifestaban en mis resultados vitales aparentemente sin que yo pudiera hacer nada en contrario. La comprensión meramente intelectual no me solucionaba nada. Todo aquel amasijo de pensamientos que inducían actitudes, comportamientos, estados emocionales y resultados que parecían venir de fuera sin que yo tuviera nada que ver en ello pero que me afectaban negativamente, empezó a caer, no sin cierto estrépito.
Cuando estaba más encabronado en contra de lo que me pasaba a pesar de lo bien que yo trabajaba por mi evolución personal, “me rendía”. “Rendirse” en la formación de “rebirthing” (una técnica poderosa de cambio personal a través de la respiración y el cambio del pensamiento) consiste en que cuando estás “indomable” y no te aguantas más porque ves que vas a volver a cometer el mismo error de siempre y no lo puedes evitar, como si fuera un comportamiento o un ciclo compulsivo (y lo es) simplemente te acuestas con los brazos extendidos en cruz boca abajo y no te levantas de allí hasta que “te hayas rendido”:
Esta práctica, del esoterismo católico, la llevan adelante los cardenales y el mismo Papa, previo a una decisión difícil o como ellos dicen en su jerga “cuando el demonio se hace presente”; el demonio es o está en la mente, es una dimensión interna, no externa, de la función del sistema nervioso llamada mente.  
La de pensamientos y emociones, sensaciones desagradables y agradables, impulsos (estos son los más peligrosos, porque la mente del ego te dice enseguida que ya está, que ya solucionaste y produce una fantasmagoría de rendición que no es verdadera, solo una fantasía de la voluntad del ego; estás acostado boca abajo y de pronto crees tenerlo todo claro y que ya estás poco menos que iluminado y cuando quieres acordar, ya te levantaste y estás cocinando o yendo al cine o llamando por teléfono a alguien; al ego le produce terror entrar en tu propio interior). Esta rendición nada tiene que ver con la cantidad de tiempo que permanezcas acostado; depende de ciertas señales en el sistema nervioso a nivel de sensaciones, pensamientos y emociones que indican el final del ejercicio. Se puede calibrar con bastante exactitud el momento en que rendido ya puedes volver a la vida cotidiana.
Recuerdo particularmente cierta ocasión en que no pudiendo resolver un asunto económico, me tumbé a rendirme, había incluso llorado de impotencia y rabia, sintiéndome a la vez un necio, claro, para poder castigarme a mí mismo justamente por necio (las artimañas de la mente). Y cuando llevaba un tiempo que no podría calcular, pero que no fue más de una hora, sonó el teléfono; era una antigua socia con quien teníamos una empresa y que nos habíamos separado con cierta tensión, ninguno le había dicho al otro sobre como acordar la separación legal; pero ahora me llamaba para proponerme un trato económico para abrirnos y la cantidad de dinero que me ofrecía por mis acciones era el doble de la cantidad que yo, en aquel momento en que me había olvidado de mí mismo y de mis capacidades y había preferido abandonarme al dolor, necesitaba. Pueden imaginarse que a partir de aquel día me tomé el ejercicio de la rendición con mucho mayor ahínco, así fue. Y luego, con el paso de los años vendrían nuevas y más eficaces prácticas para el cambio perceptivo y emocional, conductual y de actitud.
Con cada una de las nuevas técnicas volvió a suceder lo que desde siempre el yo más íntimo ya conoce, aunque se obstina en olvidar. Y es algo tan sencillo como que si te entrenas a cierto nivel de constancia, cuando el ejercicio en el que te entrenas pasa a ser parte de ti y actúa en cierto modo en tu lugar, guiando todos tus pasos sin que tengas que intervenir con toda la murga de malestar, creencias negativas y errores de percepción propios de la mente consciente en la que estamos inmersos nadando en un mar de confusión. El soldado que dispara sin pensar y da en el blanco es beneficiado por el entrenamiento durante miles de horas en la práctica consciente y nada tiene que hacer sino fluir. (“Zen y el arte del tiro con arco” constituye una obra magnifica sobre el desapego acerca del resultado en que consiste la mente ecuánime; cuando está libre del deseo de acertar, el arquero da en el blanco.)
Al conducir un coche hacemos esto cada día, hay maniobras que la podrías hacer con los ojos cerrados porque se han automatizado a tal grado que no hay que pensar.
Cuando nos involucramos en el compromiso de seguir el Curso de Milagros paso a paso, nos estamos entrenando.
Rafael Lefort menciona en uno de sus libros sobre el cristianismo primitivo, que en la biblia aparece cierta palabra aramea traducida como “misericordiosos” (“Bienaventurados los misericordiosos porque de ellos será el reino de los cielos”) y que esto constituye un craso error, que la traducción, con mayor exactitud sería “los bien entrenados”. ¿Quiénes son los bien entrenados? Son aquellos que han aprendido a manejar su propia mente y evitar que esta autónomamente los conduzca de modo involuntario al cielo o al infierno. Son aquellos que pueden conducir de nuevo a casa al buey del que habla el budismo zen. Son aquellos que pueden permanecer en la ecuanimidad aunque las sensaciones agradables resulten muy tentadoras o aunque las sensaciones desagradables que se producen en el cuerpo sean incluso más tentadoras y justificables. Después de todo, son “negativas” y a mí no se me puede acusar de provocarlas conscientemente.
Son, en términos de un Curso de Milagros aquellos maestros espirituales que pueden volver a pensar “con” Dios.
Pero, quienes están entrenados saben que deben atravesar sombrías selvas oscuras para comenzar la ascensión hacia la luz. Y la manera de atravesar esa oscuridad es mirar a consciencia esas sombras, en esto consiste el trabajo neurofisiológico de las constelaciones familiares; darles su lugar a esas sombras dolorosas que están actuando sobre nuestros resultados de un modo no deseado. Si no le doy su lugar a mis miedos cuando voy a pasar por una prueba difícil, si no le doy su lugar a la envidia que me corroe cuando compito en esta existencia de lucha, si no le doy su lugar a la rabia que me envenena el día cada vez que alguien me lleva la contraria, si no le doy su lugar a todas esas fantasías por las cuales yo tengo la creencia demencial de que estoy en lo cierto y los demás están en el error, sigo en el mismo lugar: me creo inocente y me privo de las malas experiencias, pero también de las buenas. Eso les pasa a los “inocentes”. Aún creen que deben perdonar, porque han olvidado que no había nada que pudiera ser perdonado en el mundo del Espíritu.

Héctor D’Alessandro 2017

Un Curso de Milagros.
Taller todos los jueves de 6 a 8 PM en Xalapeños Ilustres 88
Col. Centro Xalapa. Contacta con nosotros al 2281 78 07 00 o al 2281 82 88 84.
En el taller que brindamos todos los jueves, procuramos conectar el trabajo psicofísico con el Curso de Milagros, con nuestra realidad inmediata y cotidiana.
Puedes integrarte al curso en el momento en que quieras.