(Comentario a la lección número 130 de Un Curso de
Milagros.)
¿Por qué es imposible ver dos mundos?
Porque disponemos de un equipo neurofisiológico que
determina que, a menos que te entrenas para pensar dentro del sistema taoísta o
hagas PNL u otra disciplina equivalente, tu sistema nervioso que, responde a
los reflejos que se han implantado en tu ego (tensión neuromuscular crónica,
según Alan Watts) sólo vas a ver una versión a la vez del mundo que te rodea,
interno y externo. ¿Cómo te has preparado? Para ver un mundo de oportunidades o
de bloqueos constantes, ambos son creaciones de tu aparato neurofisiológico,
tal y como está al día de hoy. El pensamiento (como conjunto de
representaciones que de modo automático tu cerebro crea para interpretar lo que
hay allí fuera en la experiencia externa y en la interna) piensa por ti antes
de que Tu mismo lo hagas. Podríamos decir que la percepción está de alguna
manera predeterminada. Estás preparado para ver en cada suceso del día una
fuente de felicidad o una fuente de disgusto. Esto también se va a dar de modo
automático. Desde tu ego (esa tensión neuromuscular crónica) no se va a dar una
ampliación del campo de la percepción a menos que te entrenes para ello, de ahí
que el Curso de Milagros te diga constantemente que tú no sabes nada acerca de
lo que realmente quieres, porque no estás equipado para saber qué es lo que
quieres. Si a algo te pareces es a un disco duro recién formateado y en el cual
has instalado unos pocos programas, que va responder en modo automático a todo
lo que se le presente con los programas de que dispone. No va a hacer nada que
a día de hoy no esté programado para hacer.
Por eso el mismo Curso de Milagros te dice que la verdadera
ley de causa y efecto tal y como opera en el mundo es que verás lo que desees
ver. Y esto se cumple en todos los ámbitos de la percepción humana. El
científico, cuando escoge su “objeto de estudio” se rige por una metodología
adoptada ex profeso por él, para indagar determinadas dimensiones de ese mismo
objeto y no puede en ningún caso exigirle al llamado objeto de estudio que le
entregue información que no esté comprendida dentro del marco interpretativo
desde el cual se la ha solicitado.
Tenemos un ejemplo clarísimo en la física, un ejemplo muy
manido. Cuando se analiza la naturaleza de la luz, se puede ver a esta como un conjunto
de corpúsculos, si se la observa con un aparato preparado para detectar y medir
distintos aspectos de esos corpúsculos, pero en ningún caso se la puede ver
como ondas con ese mismo aparato; del mismo modo, cuando se la considera bajo
la óptica de una aparato medidor de ondas, no se la puede ver en ningún caso
como conjunto de corpúsculos.
Si logras crear un aparato que te permita observar el
movimiento de la luz, bajo esas dos ópticas, habrás ampliado tu percepción. El
Curso de Milagros te invita a ampliar tu percepción, te invita a que le hagas
lugar al Espíritu Santo, a la visión no dicotómica a la que te has habituado en
la existencia terrestre. El caso es que tu aparato perceptivo te permite hacer
observaciones de mayor calado sin juzgar. En un viejo experimento, que gustaba
siempre de mencionar Umberto Eco, se comprueba que, al conducir un coche, estás
prestando atención, a la vez, a cuarenta y ocho variables, a cuarenta y ocho
aspectos de la realidad que son significativos cuando manejas un vehículo. Esto
quiere decir ni más ni menos que tenemos la capacidad de estar atentos a una
multiplicidad enorme de variables, a la vez.
Piensen un poco en las personas que están todo el día
ocupadas, sin llegar a estresarse, las personas que están en un estado creativo
haciendo algo que les apasiona. Están plenamente atentas a una múltiple
cantidad de datos, que en ocasiones crecen con el aprendizaje, y no pueden
perder tiempo en tonterías ni en nimiedades. Decimos de ellas que están
realizadas.
Que estén realizadas en el ámbito profesional no quiere
decir que sean felices en el contexto mayor: humano o espiritual, pero al estar
sometidas a un entrenamiento que les hace percibir cada vez más en el ámbito en
el que trabajan, ya tienen un punto ganado: saben concentrar su mente
descartando a la vez todo aquello que no los conduce por el camino que desean.
Por eso no pueden ver dos mundos a la vez. Eso puede ser un
infierno o un paraíso. Mientras estás enfocado con una percepción unilateral,
con un enfoque determinado, ninguna otra percepción, que le lleve la contraria
a ese modo, podrá entrar en el campo de la conciencia. Y si entra pero va a
distorsionar tu manera de ver actual, la vas a descartar por inútil o
perjudicial. Te desvía de tu interés principal. Este procedimiento, tan propio
del aparato psíquico humano, es muy útil, sobre todo si ya tienes suficiente
entrenamiento. Has aprendido a entrenarte en la visión unifocal para objetos
concretos. Lo que aquí aprendemos es a enfocar otra vez, desde la raíz, a no
dejarnos perturbar por modos de visión alternativos y a verlos todos a la vez
desde una visión nuevamente unificada. Pero, ahora, unificada en el Espíritu.
En el vértice superior de la pirámide de la experiencia humana; justamente
donde están situados los valores que nos guían día a día. Cuando percibes la
realidad desde ese punto, tampoco hay ocasión para ver dos mundos. Cuando
percibes desde el espacio neutral o vacío creativo o Espíritu Santo, no hay
espacio para que entre allí la visión que tu particular tensión neuromuscular
crónica han configurado para que siempre estés asomada al mismo agujerito
pequeño de la pequeña ventana desde la cual habías decidido (por un olvido
propio de la existencia humana) mirar la vastedad de la vida y el Universo.
Héctor D’Alessandro 2017
Un Curso de
Milagros. Taller todos los jueves de 6 a 8 PM en Xalapeños Ilustres 88
Col. Centro Xalapa.
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En el taller que brindamos todos los jueves, procuramos conectar el trabajo psicofísico con el Curso de Milagros, con nuestra realidad inmediata y cotidiana.
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