martes, 28 de diciembre de 2021

Contraes matrimonio y te sale una panza Héctor D'Alessandro

¿Quién no conoce o ha vivido esta situación? Te vas a vivir con el amor te tu vida, juras amor hasta que la muerte o el código civil los separe y en cosa de pocos meses te brota una barriga que no estaba en el contrato y que te amarga la vida; ella, por su parte, además de la protuberancia abdominal gana quilos a los lados y puede que su bella y atrayente imagen femenina quede convertida en una mole informe que desalienta a cualquiera.

Económicamente todo iba bien en tu vida, te casas, atraviesas el umbral del nuevo hogar, piensas al fin solos, y de pronto comienzas a arruinarte a nivel financiero.

Tu salud era inmejorable, firmas el contrato de boda y empiezas a enfermar de continuo, pasan los años y tu patología se cronifica.

 

Siempre sospechaste que esto podía pasar

Pero no te atrevías a pensarlo. Acostumbrado como estabas a pensar en términos de la proyección, solo podías imaginar una situación tal si la culpa la tiene el otro; pero, en esto como en tantas otras cosas, cuando dos se juntan, se juntan sus guiones natales, se juntas, como se dice en tierras ibéricas: “el hambre y las ganas de comer”.

La grasa abdominal, a largo plazo, como tantos y tantos estudios metabólicos indican, es el preámbulo de enfermedades degenerativas como el cáncer. Y es justamente esta panza el indicador de la presencia de toxicidad producida, no por “personas tóxicas”, sino por una “relación tóxica” en la cual cada uno de los integrantes de la pareja, más todas las memorias de antepasados que cada uno trae, activan en el otro este autentico sacrificio ritual en el altar del tálamo nupcial y lo llevan incluso a la muerte. Una muerte a nombre de otros.

 

Freud también sospechaba que cuando hay dos en una habitación, en realidad hay más personas

En una de sus cartas lo comenta, dice: “empiezo a creer que todo acto sexual es un proceso en el que participan cuatro personas”.

Se quedó corto: participan, y no solo en la actividad sexual, varias docenas de personas. Y cada uno de estos antepasados o memorias se van activando sucesiva y simultáneamente a medida que avanza la relación.

En la película traducida al castellano como “El profesor”, cuyo titulo original en ingles es “Richard says goodbye”, y protagonizada por Johnny Deep, un personaje declara: “El amor no tiene un fin, es un proceso por el cual una persona intenta conocer a otra.”

El problema del mutuo conocimiento se da porque estamos entrenados para conocer en términos conscientes y desde interpretaciones de tipo social. La psicoterapia transgeneracional, desde hace décadas, le ha aportado al mundo unas posibilidades de sanación absolutamente vanguardistas. Y los cambios que se están produciendo en el planeta están relajando las relaciones sociales y los vínculos íntimos, los están volviendo “líquidos”, como señala Zygmunt Baumann. Cada vez más personas disponen de más tiempo para su vida interior, para cultivar la relación de pareja y llegar en este vínculo fundamental a niveles bien profundos. Que tú estés leyendo este texto no es casualidad, es una “coincidencia necesaria”: las que de verdad nos llevan al camino de nuestro destino. Tu ya estás en este camino; y nuestro curso te puede apoyar firmemente para que tomes un compromiso de amor verdadero.

Taller de pareja el miércoles 12 de enero de 2022 de 5 a 9 PM

Psicosomática de Salomon Sellam

Los ordenes del amor de Hellinger

Qué dice la psicogenealogía

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martes, 23 de noviembre de 2021

Hipnosis: deja de postergar: la famosa procrastrinación Héctor D’Alessandro

 

Hipnosis: deja de postergar: la famosa procrastrinación

Héctor D’Alessandro

1.  Lázaro resucita a las seis de la tarde

Me costaba muchísimo levantarme cada día de la cama. Much@s amig@s psicólogos aventuraban diagnósticos. El caso es que yo resucitaba milagrosamente alrededor de las seis de la tarde: hora en que desplegaba el máximo de mi energía. Y esto en cierto modo era una metáfora de mi vida, dado que desde hacia algunos años había postergado mis citas importantes, la realización de mis actividades más sentidas, dar los pasos para conseguir aquello que realmente me interesaba. Cuando sentía que no me iba a levantar y no iba a concurrir a aquella oficina tan importante donde personas con la agenda muy ocupada se habían hecho un lugar para escucharme, un calambre en el estómago comenzaba a diseminarse por toda la zona abdominal y finalmente me atenazaba la garganta, impidiéndome hablar y provocando un temblor en las mandíbulas que era el preámbulo al llanto. Seis muertes en mi círculo más inmediato, en el plazo de ocho años, habían contribuido a que mi vida estuviera parada y a que yo la moviera a pura fuerza de voluntad: la fuerza más débil del planeta.



2.  Mi vida iba a cambiar para siempre    

Pensé que, cambiando de país, amistades, relaciones y contexto general, todo cambiaría. Y no estuve tan lejos de la verdad. Me fui de Montevideo (Uruguay) a vivir a Barcelona (Catalunya). El poder de reinventarse empezaba a hacer mella en mi vida y en mi modo de ver mi propia experiencia: la capacidad de tomar distancia y el conocimiento de nuevas herramientas y técnicas para hablar esa conversación constante que todos tenemos, con nosotros mismos, de un modo enteramente potenciador, hizo que, al igual que el Barón de Münchhausen, me sacara a mi mismo del pantano, jalándome de mi propia metafórica coleta. Comencé haciendo meditación trascendental y esta me llevó, de modos indirectos a la bioenergética, el tai chí y a la anti-gimnasia de Therese Bertherat, y aterricé toda esta actividad en una teoría del análisis transaccional. Por las noches, leíamos en voz alta con una amiga psicóloga a John Bradshaw y sobre todo a Ken Wilber.

Aún así, muchas noches, a pesar de tanta actividad personal en el propio desarrollo, me agarraba aquel nudo sin desatar que llevaba en la boca del estómago, me destrozaba el día imaginario que yo llevaba en mi mente y comenzaba la depresión larvada y continua, ese goteo constante de la pena acumulada que no conseguía depurar y que, como un asaltante de los caminos, siempre me aguardaba bien escondido, dentro de mi propio cuerpo, a la espera de que bajara las defensas.

Entonces fui a una sesión de hipnosis. Mi vida iba a cambiar para siempre.

 

3.  Todos esperaban por mí y yo no los veía porque estaba hipnotizado

  Me metí en un camino que no tuvo vuelta atrás. Los mismo para mi que para las otras 23 personas que había en la sala. Nuestro profesor al final de la clase nos dijo que iba a poner una grabación con una “inducción hipnótica” que tenía la facultad de despertar todas las energías inconscientes aun dormidas dentro de nosotros y que esto haría que de inmediato todos nuestros proyectos diferidos, todo aquello sobre lo cual era necesaria poner atención desde hacía tiempo y estábamos postergándolo, iba a ponerse en marcha. La verdad es que yo le debía al profesor un manual para su academia desde hacia al menos ocho meses, y cada semana cuando lo veía ponía excusas y me inventaba imposibles argumentos que explicaran por qué no había llevado el manual. Eran unas cuarenta paginas sobre "Coaching para escribir", cuyo contenido conocía bastante bien, pero que no lograba poner en un documento definitivo.

4.  Estar dormido en vida

Cuando dijo el profesor que iba a poner aquella grabación, cundió la inquietud y las risitas nerviosas. Un disimulado escepticismo, disfrazado de plena confianza en algunos casos, eran muy asombrosos de ver en acción. Cómo, personas que estaban en aquel curso de hipnosis, decían que plenamente convencidas de lo que hacían, a la hora de la verdad, sonreían con unos nervios que daba la impresión de que les estaba dando diarrea. Y sobre todo hablaban y hablaban sin parar. Tanto que, en el caso de algunos compañeros, otras personas decían en broma y en serio a la vez: “A ver, alguien que lo desconecte, por favor.” Otros estaban literalmente en estado de catalepsia, mudos y congelados, con los ojos enormes asustados y con miedo a lo que pudiera pasar, la boca apretada y fruncida, los brazos tensos, las manos fuertemente apoyadas en el asiento, agarrándose de los bordes de la silla como si fueran a caer de varios centenares de metros de altura. Uno que se dedicaba a las ventas en un bazar, ensayaba el nuevo personaje social que se había inventado y que consistía en un experto en bolsa que sabía calcular a la perfección el momento en que había que comprar y el momento en que había que vender ciertas acciones y no paraba de decírnoslo a todos con el objetivo supuesto de comercializar su conocimiento, aunque de momento parecía mas bien que tenía más interés en vendernos su nueva personalidad antes que su servicio financiero.

5.  A todos nosotros nos quedaban pocos minutos de vida

Todos esos personajes que nos gustaba interpretar en la vida, para demostrar cuánto valíamos y qué capacidades tan extraordinarias poseíamos y que interesantes personas éramos, estaban ante un paredón de liquidación en el cual les quedaban unos minutos de vida. El trance hipnótico iba a disolver de inmediato todas esas tensiones neuromusculares que nos mantenían fijos en esos personajes inútiles para nuestra nueva vida.

La grabación con el audio que iba a “despertar nuestras energías inconscientes aún dormidas”, comenzó y yo recuerdo claramente que una parte de mi mente no paraba de hablar, emitiendo un discurso inconsistente por el cual afirmaba una y otra vez que aquello no me iba a afectar, que yo era capaz de mantenerme consciente por mucha inducción que me hicieran, que no iba a permitir de ninguna manera que me metieran, sin que yo me diera cuenta, un mensaje subliminal en mi mente. Y fue entonces que, a cierta altura, no sé cómo, empezó a atenazarme la nuca un dolor absolutamente insoportable, una tensión antigua volvía a la superficie (un fenómeno habitual en los procesos hipnóticos) y lo mejor era que, aunque ahora doliera, volvía para disolverse. Fui viendo cómo mi compañero, el experto en bolsa, se iba hundiendo en su silla, miraba a un lado y otro con una sonrisa de confusión y desconcierto, mientras sus ojos se volvían enteramente rojos, inyectados en sangre y los movimientos de cabeza se iban haciendo cada vez más lentos, a la vez que intentaba, inútilmente, mantener la mirada posada en nosotros y observar nuestros procesos y conductas, esforzándose en vano por continuar en el control mental consciente de la situación.

A los diez minutos aproximadamente, estábamos todos en trance. Algunos, con los ojos abiertos mirando al entorno y con la cabeza sin pensamientos de ningún tipo. Otros, luchando aun con síntomas que iban apareciendo, como era mi caso, y con la sensación general de confusión.

 

6.  No van a creer lo que sucedió

Me acompañó a la parada del metro de “Glories” un compañero a quien la hipnosis le había afectado la lengua, porque no paraba de hablar, y pretendía acompañarme hasta la Plaza Catalunya, donde yo cambiaba de línea y me iba en dirección al Paralelo; a cierta altura del viaje, me preguntó si me estaba molestando, y, curioso en mí, tan educado, le dije que sí, que no quería oír a nadie. Se calló la boca hasta llegar a su destino y se marchó saludándome con gestos, en silencio. El resto del viaje en la línea verde, desde la plaza Catalunya en dirección Palau Reial, transcurrió como si fuera metido en una nube que rodeaba a mi cabeza y a mi mente y acariciaba tibiamente los entresijos de mis neuronas. Cuando bajé del tren y me dirigí a la salida, y una vez en la calle, volvía a oír los sonidos circunstantes como una banda sonora de tonos graves, siseantes y lejanos  

Cuando entré al hall de mi edificio, podía escuchar los sonidos que yo mismo iba emitiendo, las puertas que abría, las que cerraba, como si fuera un sonido grabado que me llegaba lejano, como si en un mundo paralelo hubiera otro yo haciendo todo lo que yo hacía.

Recuerdo haberme sentado ante la computadora y luego recuerdo que de pronto miré la hora y habían pasado dos horas cuarenta en las cuales, mi mirada estaba fija en la pantalla del ordenador y nada más; que, en medio, contesté un mensaje SMS, y luego seguí con los labios entreabiertos, con cara de pasmo, mirando aquella pantalla oscura de tonos grises. Me levanté y me fui a acostar.

A las ocho de la mañana ya había terminado de desayunar y le había enviado un email a mi profesor de la academia, diciéndole que a las 3 de la tarde tenía preparado el manual que desde hacía ocho meses no me decidía a escribir.

Y así fue, me sentí tan contento y mi cerebro estaba aquella mañana tan despejado, que a las tres fui personalmente a imprimir aquel manual y a llevárselo de mi propia mano.

Ese manual abrió las puertas a muchas actividades y a nuevos manuales de “Coaching para escribir con PNL” que saldrían en internet a la venta y también fue el momento inaugural de muchas otras actividades que a partir de allí se dispararon.
Por eso ahora los invito a mi curso de hipnosis del 4 y 5 de diciembre, aquí en México, un hermoso país al que deseaba venir a vivir desde hacia 30 años y al cual vine una vez contacté con las dimensiones inconscientes de mi mente con las que propiamente te conecta la hipnosis.

Nos vemos. Hasta muy pronto.

Informes e inscripciones por whatsapp al 2281 78 07 00

sábado, 20 de noviembre de 2021

Constelaciones familiares con el tarot: el aprendizaje arquetípico para la evolución de toda tu vida Héctor D'Alessandro




Constelaciones familiares con el tarot: el aprendizaje arquetípico para la evolución de toda tu vida

Héctor D'Alessandro

1.  Yo antes pensaba que el tarot y otros sistemas que se usan para “adivinar el futuro”, eran cosas de gente “naca”, “terraja”, “ordinaria”, “vulgar”, u “hortera”. Como viví en diferentes países en que se usa el idioma español, pongo estos distintos modos de decir lo mismo. Un día, conocí a una persona que no necesitaba adivinar ningún futuro, porque se iba a morir en un plazo muy breve de tiempo y lo tenía muy claro. Esa persona me enseñó, durante el curso de su ultimo año de vida, a “leer” las cartas, diferentes tipos de cartas, como un “libro”, como un libro holográfico, que continuamente estaba cambiando de forma de orden y de significado. Y me enseñó también, a mí, que era un ignorante, a dejar que las imágenes aquellas tan misteriosas, activaran en mi interior muchos tipos de mensajes, señales, asociaciones, imágenes internas. Realmente, una autentica máquina de imaginar. Pero todo esto, por sí solo, no me sacaba de donde estaba. Mi mundo era un mundo de cubrir al último momento mis necesidades básicas. Un mundo en el que siempre tenía prisa y sudaba por no llegar, y sabía que podía aspirar a cosas mejores, pero ninguna herramienta, de las que conocía, me podía activar como para llegar hasta allí. Yo quería ser una persona plena, admirada por los otros, querido, satisfecho con mi vida, pero sentía en el fondo que era realmente un cobarde que no me atrevía a hacer lo que deseaba y no me atrevía a creer en todas mis posibilidades. Tenía miedo a mi propio poder; poder, además en el que en el fondo ni siquiera creía. Sabía que había gente que declaraba estar evolucionando con una emoción de satisfacción y felicidad que no se parecía en absoluto a la mera jactancia, y quería llegar allí, pero no sabía cómo. Además, por el tipo de sociedad en que crecí, pensaba que ya tenía que saberlo todo, que era una vergüenza no saberlo, y eso me impedía acceder a mi propia vulnerabilidad y preguntar y sobre todo demandar ayuda a los otros. Sabía entonces, que era posible evolucionar, pero no sabía cómo pedirlo para mí; la persona más interesada en conseguirlo.

2.  Sentía además que venía huyendo de un campo de batalla: en un plazo de ocho años, murieron mi papa, mi mamá, mi único hermano y se suicidó mi mejor amigo, quien, por otra parte, para matarse escogió un arma de fuego y pretendía hacerlo por teléfono mientras mantenía una conversación conmigo desde el continente americano a Barcelona, España, que era el lugar más lejano donde encontré que podía ir a esconderme del mal karma que me perseguía. Algo en mi interior me avisó: este cabrón se va a matar mientras habla contigo y así se lo dije: y mi mejor amigo, que por algo lo era, me comentó: a ti no se te puede esconder nada. Entonces, a continuación, habló conmigo durante seis horas, le dejó una cuenta tremenda a sus padres, a quienes supuestamente destinaba su venganza: el suicidio y luego de cortar la comunicación internacional conmigo fue al baño de un restaurante, se encerró por dentro con el pasador y llegó a pegarse tres tiros, dos no mortales y solo el ultimo definitivo. Razón por la cual el dueño del restaurante estuvo detenido un tiempo legal porque nadie podía creer que alguien se matara a si mismo con tres tiros. Cuando al día siguiente me llamaron para decirme lo que había pasado, sentí frío al confirmar la noticia que ya sabía. Sentí un frío como el que se siente en las constelaciones familiares. Un frío que jamás había sentido antes, con mis otros muertos. Y eso me informó que algo diferente a todo lo habitual estaba sucediendo. Y además algo dentro de mi entendió de una vez y para siempre que yo tenía prisa. Que la muerte me andaba buscando y que la locura que vivía en mi cuidad de origen, Montevideo, Uruguay, era portátil, y ahora me la había llevado conmigo a Catalunya. Me urgía cortar esta racha de una vez y para siempre. En esos días, alguien me informó que algunos psicólogos consideraban que una seguidilla de muertes, tan significativa e importante, me estaba intentando transmitir algún tipo de mensaje y que yo debía cambiar algo en mi interior, aunque no supiera con exactitud de qué se trataba. Que esto es un aviso de cambio de carácter irreversible y que debes hacerlo, que te va la vida en ello. Yo sudaba por las noches con estos pensamientos, en pleno invierno a cuatro grados bajo cero en pleno barrio de la Vila Gracia, en Barcelona.

3.  Entonces fue que apareció Anna y me dijo que iniciaba un curso de tarot evolutivo, especificó muy claramente que no se trataba para nada de esa horterada de adivinar el futuro, y que estaba invitado. Comenzaría entonces una aventura de un año en el cual hicimos el curso diplomado que ahora inicio en la Ciudad de México y que consistió básicamente en integrar en nuestra mente inconsciente la imaginería de diferentes tipos de tarot: el de Marsella, el Ryder Waite y el de Aleister Crowley. Nos deteníamos con cada arcano mayor, de los que hay 22 y que fueron usados por el psicólogo Carl Gustav Jung durante décadas, a meditar para integrar la percepción que se tiene desde el arcano. Cada arcano es una figura arquetípica de carácter simbólico y activa en términos del propio Jung, energía psíquica para otros usos que antes ni siquiera conoces o puede que no tengas ni idea de que puedes acceder a esas maneras de percibir tu experiencia de la vida y del mundo y la sociedad.

4.  En esa época cada día me costaba más arrastrar mi vida por las calles de Barcelona, y, aunque nunca llegué a estar tan mal como he visto luego que se ha puesto la vida para mucha gente allí con la llegada de la crisis de 2007, muchos días sentía que no tenía ningún sentido para mi la vida, ni allí ni en ningún otro lugar y, sin embargo, cada día conseguí levantarme de la cama, salir a buscar clientela para lo que en aquella época hacía: dar clases de baile en gimnasios y academias, dar quiromasajes, que aprendí a hacer porque un residente terminal de una clínica me dijo cuando le di un masaje espontaneo para que pudiera relajarse y dormir: ¿Dónde aprendiste? Y mi respuesta fue: en ningún sitio, y esa persona me dijo con su voz agónica de fumador compulsivo: pues deberías aprender porque vas a dar mucho amor y bienestar a muchas personas. Y sin dudarlo al día siguiente estaba inscrito en una academia de nombre Axis, en el Passeig de San Joan, donde cursé el quiromasaje y de inmediato empecé a ganar dinero a raudales, llegaba a dar hasta ocho al día y me había salido del barrio de Gracia y me había ido a vivir a Comte Borrell esquina Gran Vía, en un apartamento, que allá llaman “piso”, donde el dinero empezó a entrar sin parar durante años y años. Y en mi mente estaba de continuo presente como si fueran recuerdos reales propios, algunas de las meditaciones que había realizado en aquel impresionante curso: un pasaje al otro lado del río del olvido en la carta numero trece. Anna nos enseñaba con mucho interés que el practicante avanzado nunca dirá el nombre de esta carta, sino que se referirá a ella como “el arcano número trece” o “la carta numero trece.” Que en esto se notaba la diferencia entre una persona con conocimientos avanzados en esta área y un neófito. Y decía este tipo de cosas con mucho énfasis y autoridad. También recuerdo la meditación en la Emperatriz, el arcano numero tres, capaz de romper cualquier situación de bloqueo con esa meditación. Y recuerdo on mucha intensidad la meditación en el Emperador, arcano numero cuatro, para la asunción de todo tu poder personal.

5.  Un día me di cuenta claramente que estaba totalmente concentrado todo el día en una serie de objetos mentales de carácter visual y que con ellos trabajaba las diferentes situaciones de mi vida en un nivel altamente hipnótico, aún no había aprendido hipnosis, aunque esta se encontraba en mi lista de cien cosas que quiero conseguir, igual que el “rebirthing” y que las conseguí todas en tiempo récord. Pero lo más importante que aprendí no era que podía conseguir cosas materiales y propósitos intangibles, aunque fuertemente sentidos. Lo más importante fue que podía

a.       mantener en mi mente durante mucho tiempo, de hecho: décadas, imágenes claras y continuas y nítidas, de mis objetivos

b.       y que esa era la marca de alguien que quiere realmente conseguir algo y la marca del éxito.  

6.  Han pasado muchos años y siento que mi vida tuvo y tiene sentido. Vivo en México, y las enseñanzas y los años de experiencia me han traído de nuevo a mi vida los arcanos del tarot junto a la teoría de Carl Gustav Jung y te puedo asegurar que aquello que yo hice a pura fuerza de voluntad y a veces con herramientas melladas o no muy afinadas, fue un milagro que yo hice para mi mismo, como si me debiera a mi mismo el gran regalo de mi vida. Y ahora quiero compartirlo contigo. Quiero que te vuelvas tan poderosa o poderoso como puedes llegar a serlo e incluso más.  Te invito a este curso diplomado de Tarot con las constelaciones familiares y de carácter evolutivo. Informes e inscripciones al 2281 78 07 00

lunes, 27 de septiembre de 2021

Las emociones y los lugares con carga sistémica Héctor D'Alessandro Sala


Lugares y personas que expresan la presencia de una emoción sistémica sin procesar.
Desde siempre hemos conocido gente y lugares que con su sola presencia nos sentimos hinchados, cansados, sin energía, aburridos, deprimidos, gente que bosteza con descaro en nuestra presencia, que se tumba a descansar en nuestros sofás, en nuestra oficina: gente que “seca” nuestra suerte.

Tuve durante años un socio en Barcelona, que traía cada día a su hermano a que comiera con nosotros y a que durmiera la siesta en nuestra oficina, y a fuer de parecer supersticioso, debo confesar que fue una de las primeras veces en que vi en acción la energía sistémica más negativa. Mi socio le daba dinero continuamente y a cierta altura comenzó a tomar adelantos de nuestra empresa para darle adelantos a su hermano: el durmiente del sofá. Lo debilitaba con su ayuda y nos debilitaba a ambos. El día que ya cansado los eché a ambos todo comenzó a funcionar.

Esta gente, y este es el gran descubrimiento de Bert Hellinger, carga con memorias sistémicas. Es decir: están experimentando y viviendo en su propio destino las vidas y las emociones de otros integrantes de su familia, algunos de los cuales puede que incluso estén muertos.

Las emociones sistémicas, y el hecho de captarlas, no se trata de ningún fenómeno sobrenatural, es simplemente aquello de toda la vida: de que hay gente que te deja sin energía, te seca la suerte, te chupa energía. Y luego de estar con ellos te sientes cansado agotado y deprimido.

También puede que sientas ira y la sana sensación de alejar para siempre a esas entidades extrañas que hay en tu vida.

El mérito de Hellinger, igual que el de Freud, quien decía de sí mismo con enorme modestia de genio: no he descubierto nada que no sepa una niñera, es haber visto algo que estaba allí ante la propia mirada desde hacía muchísimo tiempo.   

Para hacerte sensible a estas emociones y saber cómo cambiarlas, inscríbete a nuestros cursos y formaciones.

Héctor D’Alessandro Sala 2281 78 07 00

domingo, 22 de agosto de 2021

Los estados sistémicos de tristeza por Héctor D'Alessandro

            Los estados de tristeza

Héctor D’Alessandro




Consideremos para empezar a la tristeza según su función. Al mirar este aspecto de la emoción, nos encontramos con que la tristeza es una emoción que tiene como objetivo para la conciencia humana la integración (Plutchik,2004) de nuevas informaciones y experiencias.

La tristeza tiene como objetivo en la conducta general humana una función que podemos definir como de “aprendizaje”.

Aprendizaje, sí, porque derivado de la integración de la experiencia, por traumática que esta resulte, se dan una serie de procesos de aprendizaje que nos permiten entre otras cosas: reconocer circunstancias similares futuras, tomar decisiones más precisas y acertadas, y la capacidad de manejar las propias emociones con mayor solvencia.

Centrémonos en qué actividades nos permite realizar la tristeza cuando nos “secuestra” con su particular vibración emotiva.

Ø    Descansar

Ø    Sentirnos en profundidad

Ø    Enlentecer todos los procesos

Ø    Dar rienda suelta a procesos de queja y lamentación y más importante aún: “soltar” lastre antiguo y muy pesado

Ø    Soñar despiertos

Ø    Revitalizarnos o recargarnos de energía

 

Si observamos con detenimiento la lista de actividades y recursos que se pueden activar a raíz de entregarnos con un poco de continuidad a la experiencia de la tristeza, llegamos rápido a la constatación de una evidencia: en todos los casos lo que necesitamos es resarcirnos de energía; nos falta energía.

Esto, en términos de la sistémica de Hellinger, nos conduce de inmediato al origen de la presencia de la tristeza.

Falta de energía.

Es decir: un problema de desequilibrio.

Una afectación en el orden del equilibrio.

Y esto nos muestra de modo directo las diferentes experiencias posibles de tristeza:

Ø Estoy triste porque no tomé lo que era mío

Ø Estoy triste porque no di lo que debía dar

Ø Estoy triste porque no me dieron lo que es mío

Ø Estoy triste porque me quitaron lo que es mío

Ø Estoy triste porque me dieron de mas y me volví impotente para la acción

Ø Estoy triste porque no puedo ser yo y esto merma mi energía

 

 

Parece ser que en la tristeza lo que prima es la falta de energía

Sin embargo, no es así, puesto que hay un estado más, muy común, que se agrega a la lista anterior:

 

Ø Cuando la provisión de energía procede de la misma tristeza: en este caso la persona presenta una especie de soberbia de estar triste, como si perteneciera a una elite exclusiva de la depresión. En este caso, está pagando algo con su tristeza que no le es propio. Pertenece en general al grupo de las personas que están tristes porque dan algo que no tienen que dar (y en este caso es obvio porque lo que dan ni siquiera es suyo y ni siquiera se la dan a alguien que les reclame directamente, en esta existencia, a ellos mismos), pero estrictamente pertenecen a un grupo especial que paga lo que no debe, y lo hace porque es leal a un excluido.

Es decir que este es el único caso en que se mezclan el desorden de desequilibrio con el de exclusión; y esto se nos hace evidente porque en este es en el único caso en que aparece la sonrisilla pedante de la soberbia por estar haciendo algo que no debe la persona hacer. Este grupo es muy importante para nosotros como consteladores: porque no muestran directamente la llamada sonrisa del patíbulo, que al parecer caracteriza la presencia de un problema de orden sistémico, cuando no es así.

Lo que hay es una memoria ancestral activa y presente en la vida del cliente, que es “leal” en términos de la sistémica de Hellinger, a ese ancestro que tuvo un destino doloroso. Se quiere decir entonces que puede haber una circunstancia de desequilibrio sistémico, pero no necesariamente una lealtad transgeneracional, y la clave transgeneracional está dada por la presencia de la sonrisa del patíbulo o bien por cierta sensación incongruente de orgullo por sentirse mal.

En algún momento todos debemos empezar a reconocer la presencia de estos estados que en la conciencia beta (entre 13 y mas mega herzios por segundo de funcionamiento cerebral) son los considerados como pertenecientes a la “normalidad”. Aquí al fin tenemos una definición operativa de “normalidad” o “normal”, y lo curioso es que es una definición alejada o desvinculada de la homeostasis.

Con el paso del tiempo y la adquisición de estas nuevas cualidades del comportamiento, que se harán masivas, las personas comenzarán a descubrir con naturalidad quién tiene un comportamiento natural y quién no, quién está “conectado” a sí mismo y quién no; hasta que apareció Hellinger, la humanidad vivía a las orillas de la vida creyendo que está participando en el núcleo de la misma. Los manuales de pedagogía, una de las ciencias que tiene mayor impulso de desarrollo reconocen que vive mejor quienes tienen la capacidad de saber que las creencias que tienen son intercambiables, se pueden abandonar y, en todos los casos, fenómenos virtuales que voluntariamente se pueden adoptar como propias o no.

 

 

sábado, 14 de agosto de 2021

El precio de un aborto por Héctor D'Alessandro

 

 


 

El precio de un aborto

Héctor D’Alessandro

Por segunda vez en mi vida me enfrentaba a un aborto: era 1984 y el país estaba saliendo de una dictadura atroz, durante la cual mataron a muchísimos de mis vecinos y esta situación: que la muerte violenta esté presente día y noche en tu vida como una alternativa posible, producía un estrés continuo y larvado en mi espalda a la que ya en esa época comenzaba a conducir a diversos terapeutas para que me hicieran tratamientos y me liberaran de una molestia creciente y constante. De hecho, mi novia (el amor de mi vida de aquel año) me llevó al local de su terapeuta en Pocitos: Inge Bayerthal, y allí pude comprobar que las mejores terapias requieren de una fuerte inversión y de cierta cultura para comprender qué es exactamente lo que están haciendo contigo, así como también la disposición anímica y la sensibilidad necesaria para sentirte a ti mismo cada día más y más: sí, definitivamente, quería irme a otro país, a uno donde el presupuesto para terapias no ocupara un porcentaje demasiado elevado de mis cuentas globales; deseaba marcharme del país, incluso más, luego de la sesión con una alumna, bastante veterana de Inge, que daba la clase (la profesora solo aparecía hacia el final de la misma y presenciaba los últimos minutos; igual que una sacerdotisa que viniera a aprobar el modelo seguido del ritual). En aquellos días, en los que Milán Kundera nos enseñó a todos los cultos de la clase media mundial que el amor era antes un deseo de dormir con tu pareja que el deseo de tener sexo, los medios de comunicación discutían sobre el derecho al aborto con inusual frecuencia y había al menos un programa monográfico en cada cadena televisiva al mes; las dictaduras sí discuten sobre la posibilidad abierta de morir o matar; se trata de una de las escasas libertades que te ofrecen.

Me sentía muy responsable de todos los aspectos programados e imprevisibles de la operación del aborto, que se concertó con un doctor de apellido Thevenet que era muy famoso en esa época por practicarlo y por haber publicado un libro preconizando la legalización de aquel procedimiento médico. Cada vez que veía la cara de mi pareja, a medida que se acercaba el día de concurrir a la clínica, que se encontraba en Rivera y Brandzen, se me descomponía el estómago y me daba diarrea. La cabeza se me ponía dolorida y me daba la sensación de que iba a reventar; me proponía levantarme temprano por la mañana e invariablemente acababa durmiéndome hasta las doce del mediodía o las dos de la tarde. Al abrir los ojos, sentía los párpados pegados, el cutis agrietado y una acidez en la boca del estomago y un sabor espantoso en la lengua llena de sarro. Me costaba enfrentar el día a día. Y cada tarde, cuando llegaban las seis, tenía la sensación de victoria, como si hubiera matado un día mas y ya no había que sufrir en demasía hasta que llegara la noche y me tumbara de nuevo a dormir. Mi habitación en casa de mis padres se había convertido en una biblioteca, había eliminado una cama “muy elegante” según los criterios estéticos de mi madre y la había sustituido por un sofá cama plegable de color rojo tapizado con una suerte de cuero artificial al cual llamaban ridículamente con el nombre de “cuerina”; aquel cuero se te pegaba en la piel si te acostabas desnudo sobre el mismo y si te levantabas de repente te pegaba un tirón en la piel que realmente dolía. No pasaba largas temporadas en ese cuarto; como mucho iba tres tardes por semana a leer y a escribir, el resto del tiempo me lo pasaba en casa de mi pareja o en el centro en alguna cafetería o bien en la sala de teatro que hubiera alquilado nuestro director y aspirante a gurú, a quien yo admiraba sinceramente en aquella época, y que me permitía llegar antes a las clases y a los ensayos y permanecer dentro de su local para leer, escribir y tomar mate con quien allí se encontrara. Pero en general, si estaba lloviendo o hacía frío, me iba a la casa de mis padres, arreglaba aquella habitación y allí me quedaba. No me gustaba mucho la idea de tomar mate con otras personas y estarse toda la tarde compartiendo las babas bien visibles que colgaban de la bombilla. De hecho, cuando me preguntaban si me gustaba tomar mate, me apresuraba a aclarar que sí, que por supuesto, pero no tomarlo compartido; lo cual era, en aquella época, toda una declaración política, puesto que los militantes de la izquierda comenzaban a contagiar la mala costumbre, a toda la población, de llevar el mate a todas partes y tomarlo dónde sea y con quién fuere; con lo cual, si no compartías este hábito poco higiénico, pasabas a constituirte en una especie de traidor contrarrevolucionario, y eso a pesar de que nunca habías declarado ser al menos un revolucionario.

Mi novia me avisó de su embarazo de una manera dramática, como casi todo lo que hacía: cuando te relataba algo que consideraba serio o importante, entrecerraba los ojos, como si se dispusiera a relatar el mayor de los secretos de estado, y realmente, ella, si no se hubiera resignado a no conocer sobre qué mimbres se asienta el poder, hubiera conocido muchos secretos de ese género. Era hija de un asesor directo de Ronald Reagan, un tipo bastante execrable que se había hecho millonario con la adquisición del monopolio en el abastecimiento de cubiertos plásticos a una serie de compañías aéreas de los USA. Los fabricaba en Finlandia y los vendía en todos los estados de la unión. Mi novia estaba segura de que como judío y polaco había estado internado en algún campo de concentración, y basaba este conocimiento, no en el testimonio directo de su padre, sino en sus propias pesadillas, algunas de la cuales me tiraron a mi de la cama con un empujón o una patada. En las mismas, de pronto, la estaban fumigando para que no contagiara piojos u otras plagas realmente letales. Ya tenía la cabeza rapada, y lloraba copiosamente mientras la conducían a una sala de torturas de las que no existían en Alemania nazi sino más bien en las cercanías de nuestras propias viviendas, en lugares conocidos como 400 Charlie o Punta de Rieles. Unos lugares muy próximos de los cuales mi novia, de clase muy distinguida como era, había oído hablar, pero no los mencionaba: estos no salían en las producciones de Hollywood. Allí iban a dar con sus huesos los hijos de los obreros uruguayos y los mismos obreros la mayor parte de las veces, además de los intelectuales y otros profesionales que se habían entregado en algún momento a la lucha armada; y aunque sus gemidos y heridas se podían percibir en el dolor de sus parientes que deambulaban por las calles, ahora en algunas incipientes protestas que se realizaban por las principales avenidas, en las ojeras de sus padres, demacrados de años sufriendo, de insomnio pensando en el destino de sus hijos, mi novia emergía agitada de su mundo onírico porque un guapo comandante germánico la despertaba repentinamente con sus órdenes, con su mirada fija que le atravesaba la temblorosa quijada, el incipiente lagrimeo de sus ojos inestables, perdidos sin sus lentes de contacto.

—Mi padre debió estar internado en algún campo de concentración en Polonia, porque yo no paro de soñar con eso. Es espantoso, y mi psiquiatra no me dice ni medio de esto, que está bien mijita, que sí, pero que me tome la medicación.

Su doctora era la famosa Baquini, psiquiatra asesora de la dictadura, premiada en consecuencia con el cargo de directora nacional en el área de los llamados estupefacientes; esta doctora no miraba a los ojos a sus pacientes cuando los trataba y se la pasaba todo el rato restregándose la nariz con su regordeta mano izquierda con el objeto de parar el constante goteo que desde aquel órgano discurría, y que hacía pensar a los descarriados hijos de la clase media que venían a dar con sus huesos al departamento de inteligencia donde detenían y fichaban a los fumadores de marihuana que, la Vaquini, como la llamaban, era una adicta a la coca, cosa que los aliviaba, en su padecer ante el código penal de un modo ridículo, pusilánime y bastante desorientado, porque realmente la doctora no sufría nada ni le importaba un carajo el destino de esos desgraciados, víctimas exprés de la política del mismo Reagan de “combate” a las drogas, del “dile no”, creado por aquella señora ridícula que acompañaba en bata de cama a su marido a ver las antiguas películas del oeste en la tele munidos de un gran vaso de palomitas de maíz: Nancy Reagan.

…Si llegaste hasta aquí… no te preocupes… muy pronto continuará… mientras... puedes dejarnos tus comentarios

jueves, 20 de mayo de 2021

¿De qué manera las leyes de la percepción explican el comportamiento del ser humano?

Héctor E. D'Alessandro Sala

La intención manifiesta e inicial del movimiento Gestalt fue “demostrar empíricamente la íntima relación entre percepción y conceptualización”; de esta intención brotan los experimentos que conducirían a la formulación de las llamadas “Leyes de la Percepción”.

En ese intento, de modo implícito, se encuentra la naturaleza de la explicación del comportamiento humano que va a brindar la Gestalt.

Tomar conocimiento de los experimentos que conducen a la formulación de dichas leyes, seguir sus pasos, nos conduce directamente a una secuencia inevitable, que está en la base de la fuerza explicativa de la Gestalt. La secuencia es: el modo en que percibimos (regido por ciertas leyes) determina el modo en que construimos internamente nuestras representaciones sobre el mundo, la experiencia, tanto interna como externa, y nuestras interacciones con el resto de personas.

Vamos a verlas en acción, una a una:

Pregnancia: este es un postulado básico de la Gestalt, que sugiere la “tendencia de la actividad mental a la abstracción dentro de la mayor simplicidad”. (Oviedo, 2004)

Este principio es fundamental y nos evita vivir en un caos mental absoluto, puesto que si tuviéramos que hacer un estudio profundo sobre el carácter de cada una de las personas con las que convivimos, directamente no tendríamos tiempo para vivir  nuestra propia vida, de modo que nos movemos en la interacción en base a generalizaciones o abstracciones que nos expliquen del mejor modo posible y nos haga previsible el comportamiento de los otros.

Del mismo modo, nosotros mismos cuando nos presentamos a otros, a fin de no fomentar dudas ni confusión, solemos definirnos con muy pocas palabras y muchas de ellas se refieren a nuestra profesión o al trabajo que realizamos.

En este principio radica la explicación por ejemplo del prejuicio social o del método científico, en el cual, para orientarnos en una investigación, arrancamos de grandes nociones generales que vamos a ir afinando a medida que avanzamos y a las cuales las vamos a dotar a partir de experimentos por ejemplo de realidad individual, matizada y rica en elementos; pero siempre partiendo de lo general.

Ley del cierre: esta ley se vincula habitualmente con la anterior y lo que viene a postular es que “toda información que contribuya a la conformación del concepto de contorno es privilegiada por sobre aquella que no contribuye a darles bordes o limites definidos a los objetos”. (Oviedo, 2004)

Sobre este postulado me gustaría señalar un ejemplo que yo manejo con asiduidad como coach de escritura creativa, y es el caso de Julio Cortázar, el autor argentino de la famosa novela Rayuela y de una gran variedad de cuentos de gran riqueza estilística y de profunda renovación en la lengua castellana. Cortázar acostumbra no terminar muchas de sus frases y deja al lector la tarea de completarlas.

La sensación que produce en el lector es de agrado y de un regusto lúdico bien importante en la lectura a efectos de mantener la expectativa y la curiosidad por saber que nuevas sorpresas nos puede deparar el texto.

El mecanismo del que se vale Cortázar cuando pone en practica este procedimiento es el que está amparado por la gestáltica del cierra: la tendencia de la mente humana a completar con información propia las piezas que faltan del puzzle.

Esta tendencia está en la base de otras actividades no tan interesante ni enriquecedoras como la escritura literaria creativa, cuando alguien no deja creer lo que nosotros queremos creer, contestándonos con frases inacabadas, con gestos ambiguos y miradas sugestivas, algo que muchos vendedores hacen, lo que están haciendo es trabajar a su favor con nuestra tendencia natural a completar la información, solo que en este caso, el resultado será nocivo para nosotros.

La ley de la proximidad: esta ley postula que los elementos que están cercanos van a ser vistos como formando una unidad antes que los elementos alejados.

Para ilustrar este enunciado con un ejemplo voy a volver a la literatura de alta calidad. En este caso voy a mencionar un pasaje de la novela “De amor y de sombra” de Isabel Allende, escritora chilena. En esta obra hay un pasaje en que los protagonistas (Irene y Francisco) viajan juntos en moto. Ellos van a constituir  la trama principal de la obra; su historia es un relato de amor muy intenso. A cierta altura de la novela, ellos aun están conociéndose, son compañeros de trabajo, ella es periodista y él es su fotógrafo que la acompaña a hacer cubrir las noticas de actualidad. Viajan en la moto de Francisco y ella tiene pareja, está prometida con un capitán del ejercito.

La secuencia que deseo usar como ejemplo comienza del siguiente modo:

“Abrazada a la cintura de Francisco, con la cara aplastada contra la rugosa textura de su chaqueta y el pelo alborotado por el viento, Irene imaginaba volar sobre un dragón alado”.

Y un poco más adelante agrega: “Cabalgaba a horcajadas en al grupa, perdida en fantasías rescatadas de su infancia, a galope tendido por las dunas de un cuento oriental”.  

Durante todo el viaje se muestra en diversos pasajes el “diálogo interno” (lo que ellos van pensando mientras viajan juntos) de Irene y de Francisco.

Cuando este pasaje termina, muchos lectores piensan que ellos ya están enamorados el uno del otro, pero en ningún momento la narradora lo ha dicho ni ellos lo han pensado ni se dice que lo sientan. Se puede rebuscar en el texto de arriba abajo y no se encuentra en ningún lado que ellos sientan en ese momento de la historia algún sentimiento de amor de pareja el uno por el otro.

Pero, en literatura también rigen las leyes de la percepción:

Si yo encuentro a dos personas hablándose al oído a las puertas del registro civil, lo que voy a completar es cierto tipo de información que me asegure el significado de la totalidad de la acción. El significado total que voy a encontrar si están a las puertas de un prostíbulo es otro muy distinto y si están a las puertas de una comisaria totalmente otro.

Si los veo en esa actitud y detrás tienen un cupido flechándolos, voy a interpretar cierto significado; totalmente distinto si lo que veo es un diablillo picarón y sonriente detrás de la pareja que habla en secreto.

En el caso de la novela de Isabel Allende, lo que nos conduce a pensar que ya están enamorados es la presencia meramente próxima de la simbología de los cuentos de hadas del dragón alado y que ella cabalga a horcajadas por un cuento oriental. Al poner la narradora ese trasfondo que ya posee una tradición (mediante la colocación de una frase correspondiente al mundo de los cuentos de hadas al lado del resto de frases de la narración) tiendo a leer la acción en esos términos. La idea de que se cabalga o de que se vuela, aparece en los cuentos de hadas cuando los personajes, sobre todo femeninos están poseídos por la emoción del enamoramiento, se sienten volar o bien flotar. De hecho en la obra “Mujeres que aman demasiado” se hace referencia explicita a esta experiencia femenina, allí se afirma que muchas mujeres que han sido levantadas “en volandas” por sus parejas han sentido de inmediato que aquella persona era la pareja ideal para ella y se han entregado a continuación a la vivencia de un profundo enamoramiento.

Voy a describir teóricamente ahora la ley de la relación figura fondo y a dar mi opinión y mis ejemplos personales.

Según algunos autores este es el principio más importante porque reúne “los anteriores y permite explicar gran parte de los agrupamientos” (Garret, 1958)

Los elementos del fondo y de la figura están en relación dinámica. Cuando vemos una fotografía, por ejemplo, un retrato, lo que de inmediato observamos es la figura emergente del personaje retratado saliendo del fondo que le sirve de marco. El fondo suele ser homogéneo respecto de la figura y suele poseer un carácter indefinido. La ley lo que dice es que si miras el fondo no puedes ver la figura y si centras tu atención en la figura no puedes percibir el fondo. Las imágenes clásicas en las que si se ve una figura no se puede observar otra figura que también está allí presente como la famosa imagen “mi suegra o mi esposa” (1915) del caricaturista ingles W. E. Hill sirven para ilustrar esta ley.

 



Si yo observo a la joven mujer que mira hacia atrás, no verá a la señora de prominente nariz que permanece de perfil y de quien vemos el ojo izquierdo.

¿En qué influye esta ley en el comportamiento humano?

Voy a poner una vez más un ejemplo tomado de la enseñanza de la escritura creativa.

A la hora de aprender a escribir de modo creativo los alumnos se tropiezan con esta ley perceptiva que les dificulta ver todos los elementos que entran en acción a la vez en la construcción de una narración. Para conseguir que aprehendan estos diversos elementos es necesario que los alumnos aprendan a leer de modos alternativos. Centrándose durante un tiempo en unos ciertos elementos (figura) hasta que el ojo los puede percibir sin necesidad de concentrarse en ellos (es decir: puede destacarlos en automático del fondo homogéneo en el que hasta ahora se encontraban) , y solo cuando ese proceso se automatiza, se pude pasar a concentrarse en otro elemento diferenciado y repetir así la operación. He aquí una demostración más de que el ojo humano no puede percibir a la vez figura y fondo. una demostración más de que el ojo humano no puede percibir a la vez figura y fondo. Y que pasar al proceso de convertir el fondo en una figura es un proceso que implica nuevos conocimientos y aprendizajes. Piensen solamente en los estudios de retratos (volviendo al ejemplo inicial) que se centraban exclusivamente en el rostro y las características del mismo que es retratado, en cierto momento, la atención en el estudio de estos retratos en diferentes ramas de la historia y de la sociología desplazan su atención del estudio de la imagen del retratado (figura) al fondo comenzando a estudiar qué elementos se priorizaban en ciertas sociedad o momentos históricos como importantes y significativos para que sirvieran de marco al retrato, convirtiendo esos elementos hasta ahora anodinos e una nueva figura y cambiando singularmente la consideración del personaje retratado al verlo en un conjunto mayor de personas retratada que siguen la moda del época.

Las leyes de la percepción están operando de continuo en la construcción de nuestras representaciones internas sobre el mundo que vemos y como pudimos apreciar en los ejemplos que brinde antes lo hace en las áreas más diferenciadas: desde la apreciación y comprensión lectora hasta la elaboración de prejuicios y el cambio de objetos de estudio de las ciencias.

 

 

Bibliografía

Allende, Isabel (2019) “De amor y de sombra” Mexico: Penguim Random House Grupo Editorial

Garret, H.E. (1958) “Las grandes realizaciones en la psicología experimental” México: Fondo de cultura económica

Oviedo, Gilberto (2004). La definición del concepto de percepción en psicología con base en la teoría gestalt. México: Revista de estudios sociales no 18, agosto de 2004, 89—96

 

 

 

 

 

jueves, 15 de abril de 2021

Gelasia Ceballos Gómez: primera mujer electa por voto popular como presidenta municipal en toda América Latina.

 

1950. Sayula, Veracruz

Por caminos polvosos y aún tapizados por la vegetación natural de la zona, comienzan a llegar grandes tractores, ruidosas aplanadoras y veloces motoconformadoras de movimientos prodigiosos que se desparraman desde el Puente Correa al sur hasta el núcleo mismo de la ciudad de Sayula. El cometido que traen es de alcances titánicos: en poco tiempo van a levantar el Teatro del pueblo, una Escuela de Artes y Oficios, un hospital materno infantil, el Parque Municipal y una escuela primaria. Todo esto, sólo en la ciudad. Pasando por la ciudad y marcándola para siempre: la carretera transístmica que conectará el puerto de Coatzacoalcos con el de Salina Cruz: nada menos que el mar Caribe con el océano Pacífico. Para hacerse una idea del alcance de esta sola obra, alcanza con saber que hoy (2021) pasan por Sayula a través de esa carretera diez y ocho mil vehículos diarios de gran tonelaje.

Cuando comenzó su construcción, lo operarios en los momentos de descanso encendían sus radios a baterías que traían por primera vez a la zona, consiguiendo así concitar la atención de los lugareños, mayoritariamente de la etnia popoluca-mixe, que venían a presenciar el milagro de aquellas voces y aquellas canciones que aparecían así, en el aire, y no se sabía de dónde procedía el sonido.

Cuando volaban las grandes rocas para abrir el camino, con sus cargas de dinamita, nunca escuchadas antes en la zona, las familias enteras se iban de excursión al monte, llevándose su comida para pasar el día a la espera de que concluyese el tormento sonoro.

Esta enorme renovación de la zona, de alcances inauditos para la economía de todo México y con un alcance visionario que hoy se manifiesta con el inmenso tránsito que conecta las mercancías procedentes del Pacífico (fundamentalmente de China) con el Mar Caribe y el resto del mundo, se realizó durante el mandato del presidente Miguel Alemán y con la ilustre Gelasia Ceballos Gómez al cargo de la Honorable Presidencia del Municipio de Sayula (hoy día: Sayula de Alemán en honor al presidente que le dio a la Republica).

Gelasia Ceballos Gómez presidió la corporación municipal desde el 1 de enero de 1950, momento en que comienzan las obras, hasta el momento de su muerte por infarto el 22 de febrero de 1951 (la leyenda urbana cuenta que en realidad fue envenenada). Su mandato debía finalizar el 31 de diciembre de 1952, pero le alcanzó solo el tiempo que estuvo al cargo para echar a andar el núcleo de desarrollo de la ciudad y de la zona.

Amiga desde pequeña en Sayula, del futuro presidente Miguel Alemán, perdió a su madre a los nueve años de edad y se marcha a vivir con su padre y su hermano, de quien se pierde el rastro en los documentos históricos, al puerto de Coatzacoalcos. En su juventud viaja a vivir a la Ciudad de México, donde se reencuentra con el futuro presidente y comienza a trabajar para él como secretaria, ella tenía formación como taquimecanógrafa y tenía una cultura general que la salvaba en cualquier situación, hablaba castellano y la lengua originaria local: el popoluca-mixe. Rasgo que sería fundamental para que ella pudiera hacer de correa de transmisión entre las comunidades locales y las posibilidades que brindaba el poder central, sobre todo en materia de inversiones.

Autodidacta en muchas cosas y compositora de una canción muy popular “La sayuleña soy”, sin proponérselo, se convierte en la primera mujer presidente municipal electa por voto popular de toda América Latina, en unos momentos, ironías del destino mexicano, en que en la República mexicana las mujeres aún no tenían derecho al voto.

El presente siempre está creando sus antepasados necesarios, y esta mujer adelantada a su tiempo, empoderada y “aventada” se coloca por mérito propio en un lugar primordial como ejemplo y guía que señala el futuro.

El municipio que parió a un presidente de la Republica y a la primera mujer presidenta municipal de toda América Latina la honra con una plaza dedicada a su memoria enfrente mismo del Panteón Municipal. Siguen en esta tarea: quienes honran sus raíces desarrollan grandes alas.

Héctor D’Alessandro, 15 de abril de 2021

 

Para más información consulten la publicación del propio municipio de Sayula de Alemán “Sayuleña soy”, del historiador Javier Sulvarán Antonio