En el caso de la exclusión, que es el segundo tipo de desorden familiar, luego del ya mencionado “desorden sistémico familiar”, significa por definición que alguien vive la vida de otra persona (que puede estar viva o muerta), y que cuando lo vive siente y manifiesta en la consulta: uno: que lo que vive es “raro o extraño”, primera señal de alarma, y segundo: que lo que vive “no tiene por qué vivirlo, tiene la conciencia de estar viviendo algo que le pertenece a otro integrante de la familia”.
Ejemplos: un muchacho se
presenta a la consulta porque le dio un ataque de asma, cuando nunca antes la padeció,
en una fecha concreta de enero y a los 29 años de edad: preguntado sobre si
tiene algún pariente muerto por asfixia, por ahogamiento o en las cámaras de
gas de los alemanes en la II guerra mundial, contesta que: sí, su abuelo materno
murió a los 29 años de edad, en la misma fecha de enero en que a él mismo le dio
un ataque de asma, asfixiado por los gases amoniacales alemanes en 1917 en el
frente belga. Y que sus retatarabuelos (hombre y mujer) murieron guillotinados
en la mañana del mismo día de enero en 1790. El paciente, decimos los
consteladores, es “leal” a sus antepasados y vive algo idéntico o su
equivalente simbólico. Y lo hace a la misma edad que uno de los antepasados y a
la misma edad y en el mismo día: esto se llama, en la teoría de la Psicogenealogía,
creada por Anne Ancelyn Schützenberger: activación de la memoria de aniversario.
En otro caso, un ciudadano
alemán va a constelar con el propio creador de las constelaciones, Bert
Hellinger, porque entre los 42 y los 46 años estuvo conviviendo con otro hombre
y tuvo una relación amorosa con el mismo. Al revisar el sistema familiar, se
detecta que el único tío paterno que tiene, es homosexual y en esos años (entre
lo 42 y los 46 de edad del tío) fue expulsado de la familia.
Aquí el dolor de la
exclusión es por el sentimiento de vergüenza social.
Para detectar una “lealtad”,
es conveniente revisar algún vínculo con la fecha de nacimiento del antepasado
al que se es leal, tener el mismo nombre de ese antepasado y un parecido físico
notable reconocido por la misma familia.
Si reúnes algunas de estas
condiciones o sientes que verdaderamente no estás viviendo tu propia vida, sino
que estás en un viaje ajeno, consúltanos, podemos dar solución a esta situación
en menos de una hora, lo que dura la cosntelación familiar.
Héctor D’Alessandro
(52) 2281 78 07 00
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