El desequilibrio se da
cuando se romper el llamado “orden del equilibrio”. Y este dice que cuando un
sistema familiar u organizacional funciona de un modo adecuado, todos toman y
dan lo que pueden y deben tomar o dar.
En constelaciones no se
habla del tan manido como cristiano y new age “dar y recibir”. La experiencia
sistémica indica que, en los sistemas, las personas, para vivir en armonía, dan
lo que pueden o deben dar ósea, si me piden una cantidad de dinero prestada y
es un amigo y yo puedo prestar ese dinero sin menoscabo personal, está bien que
lo haga porque puedo hacerlo, y si soy padre de un niño que depende de mí, es obligación
mía darle todo lo que sea necesario para que viva bien. En materia de “tomar”, usamos
este verbo en lugar de “recibir”, porque la experiencia sistémica muestra que
nadie recibe nada que no fuera suyo desde tiempos inmemoriales, por lo tanto,
las personas no recibimos por la gracias de San Universo, tomamos lo que es
nuestro.
En consecuencia: cuando se
produce un desequilibrio sistémico familiar es porque alguien está dando lo que
no puede o lo que no debe dar. Ejemplo: unos padres ya han criado a sus hijos y
estos son adultos y pueden valerse por sí mismos; un día a uno de esos hijos se
le ocurre que tiene un gran negocio entre manos, le pide dinero a su padre, éste
duda, no sabe si darle el dinero, tampoco tiene demasiado, apenas unos ahorros,
y, sin embargo, como es su hijo, se lo da.
Acaban todos en bancarrota. Esto
es lo que pasa cuando das lo que no debes dar y en este caso además no puedes
dar. Pero la conciencia sistémica, que prima la unidad del sistema por encima del
bienestar, te engaña con muy buenos argumentos, que ni siquiera son tuyos y das
el mal paso. No obstante, antes de entregar el dinero te tiembla la mano y sigues
dudando en hacerlo, es tu yo verdadero que te está advirtiendo, pero caes igual
en manos de fuerzas sistémicas muy poderosas y mucho más fuertes que tu fuerza
de voluntad individual: la fuerza de voluntad es una de las fuerzas más débiles
del planeta.
El otro, que recibe tu
dinero, también pierde, porque está tomando lo que no debe y en este caso tampoco
no puede.
Detrás de esto está la
mayoría de los fracasos económicos: tomas tu decisión desde una sub-personalidad
interna tuya que no está capacitada para decidir si es acertado dar ese paso.
Les voy a poner un ejemplo
que yo viví: en Barcelona, España, me vino a ver una señora de Jerez de la
Frontera que tenía a “su niño” en el sofá todo el día, fumando y sin hacer
nada, sin fuerzas (la característica más notoria del desequilibrio) a pesar que
era un artista plástico conocido y sus cuadros se cotizaban muy bien. Ella le
daba de su exigua pensión para que se comprara dos cigarritos al día. Pero ya
no podía más. Así lo dijo.
La constelación sirvió a la
clienta a efectos de comprender y sentir en el alma que ya no debía contribuir
más a la debilitación total de su “niño” (de cuarenta y ocho años, por cierto).
Haré de tripas corazón, me dijo, y le diré que ya no más.
Al tomar esta decisión, “su niño”
se levantó del sofá, volvió a exponer sus obras y a venderlas y en cosa de tres
meses se alquiló su propio apartamento, compró un coche de segunda mano, sacaba
a pasear a su madre y le hacía regalos de dinero.
Si ella, o él, da igual quién
tome la iniciativa, no da el paso para romper el debilitante desequilibrio, esa
situación, como en muchos otros tristes casos, se hubiera prolongado toda la
vida. Se trata de ese tipo de familias que las vemos destruirse y agonizar
durante décadas sin salir de un limbo deprimente y de los cuales nos preguntamos
qué les paso, porque se vinieron abajo y se abandonaron a morir literalmente.
Este ciclo se puede romper
en una sola sesión de constelaciones familiares. Para sesiones individuales,
trabajo de grupos y formación como facilitador/a, comunícate conmigo al (52)
2281 78 07 00
Héctor D’Alessandro