miércoles, 26 de septiembre de 2018
domingo, 23 de septiembre de 2018
Sueños como espacios de resolución. Héctor D’Alessandro
La actividad onírica ha sido descrita de diferentes maneras
y, según quien realizaba la pintura de la misma, con diferentes fines. Y ha
tenido prioridad, en el amplio espectro que va de la descripción a la
interpretación, el objetivo de conocer en qué puede informar el sueño o en qué
medida puede resultar útil para el mundo de la vigilia. A lo largo de veinte
siglos de historia humana, la observación descriptiva de los sueños osciló
desde la finalidad premonitoria, en la cual la actividad onírica tiene una
función de aviso sobre lo que pueda pasar en la conciencia despierta, hasta la
interpretación freudiana que la sitúa como un evento durante el cual el sujeto
descarga tensiones de origen libidinal o, alternativamente, es informado acerca
de las represiones que ha estado realizando en el marco de su biografía
consciente.
Hasta la invención del electroencefalograma no se pudo
situar, con exactitud, al sueño, como una actividad neurofisiológica enmarcada
en unos parámetros científicos mensurables y en un contexto de actividad
altamente especializada.
A continuación presentamos un cuadro en el que se pueden
apreciar las diversas actividades que cumple el cerebro según el nivel de
frecuencia electromagnética (o sea: a cuántos megaherzios por segundo se
encuentra funcionando).
La concepción sobre el cerebro que nos presenta el
electroencefalógrafo es bien interesante; muestra un órgano que funciona de una
manera extremadamente original. Para comprenderlo, imaginen una máquina que según
a la velocidad a la que esté desplegando su actividad, cambia la cualidad de la
actividad, e incluso, lo más asombroso, el tipo mismo de actividad. Pongamos un
ejemplo: un coche puede ir a cuarenta quilómetros por hora y en determinados
sitios puede desplazarse a ciento cincuenta, pero básicamente la función casi
única que desarrolla es la de desplazarse; en cambio, nuestro cerebro, si va a
gran velocidad no puede tener una comprensión profunda en torno al propósito
vital de la existencia, a menos que haya prefijado este objetivo en otro nivel,
es decir: en otro estado, a otra velocidad de frecuencia medida en megaherzios,
Imaginen una cafetera que sólo pudiera preparar café con leche a cuarenta
grados de temperatura del agua pero no a cuarenta y un grados, y que pudiera
preparar un café americano a cien pero nunca a noventa y cinco grados. Y que
llegado al punto de recalentamiento del sistema, cancelara la actividad como
cafetera por completo y sólo emitiera música. Si, ya lo sé, hoy día se puede
conseguir esta proeza de actividad tecnológica, pero en el cerebro humano
existe de modo natural.
Al recorrer la escala de actividades que se dan, según sea
la frecuencia en que se encuentra la actividad general del cerebro, podemos
percatarnos de que en el llamado estado “Beta”, dentro de unos niveles de
frecuencia que no rebasen los catorce megaherzios se da el proceso conocido
como “control consciente”, “razonamiento lógico”, se “toman decisiones”, etc.
Cabe agregar que a niveles más altos, como a veintitrés megaherzios por
segundo, se dan los conocidos procesos de estrés negativo, ataques de pánico,
ansiedad, etc.
Muy bien, si continuamos observando la escala, en el
siguiente nivel o estado del funcionamiento cerebral, se encuentra el muy
conocido y popularizado “estado Alfa” de la mente, en el cual se producen
actividades tales como el pensamiento creativo, actividades imaginativas e
incluso meditativas. Actividades todas que “no pasan”, como suele decirse, “por
el control consciente”. Destaco esta situación porque a partir de este nivel
alfa y en adelante, ninguna de las actividades que vienen a continuación pasa
por el llamado “control consciente”. De ahí que muchas de ellas: desde los
descubrimientos o comprensiones profundas que una persona pueda obtener acerca
de su propia actividad creativa o imaginativa o acerca de su real propósito en
la existencia, no sean, en primera instancia, describibles mediante el lenguaje
analítico y secuencial. Cómo se describe en esos términos el pálpito de que uno
está en un camino cierto al emprender cierta investigación, sea ésta del nivel
de consciencia que sea.
En el mismo cuadro se puede apreciar que, en el estado de
funcionamiento cerebral llamado “Theta”, la actividad cerebral se desarrolla
entre 4 y 7 Megaherzios.
En el estado “Theta” se producen cambios muy profundos, como
han demostrado los doctores Rossi (1), ex colaboradores de Milton Erickson y
continuadores de sus investigaciones, en la renovación de las cadenas
proteínicas del ADN humano, en el auto desarrollo en las artes humanísticas, en
el autoconocimiento y en el cuidado de sí.
El creador del moderno bolígrafo, llamado en principio
“Birome”, fue el inventor Ladislao Biro, quien habiendo creado previamente una
estilográfica de recarga luego de haber soñado con una aguja hipodérmica de
inyecciones, sueño que le dio la solución a su problema técnico para la
escritura, acabó encontrando la solución técnica para la creación de su famoso
bolígrafo al ver jugar a unos niños con canicas y ver como una bolita
atravesaba un charco de agua y recorría el seco suelo dejando a su paso una
línea de agua. Halló el recurso necesario para la invención de la “birome”, una
punta esférica giratoria, solución que aplicó a otra área en donde innovó: el
“rolón” de los frascos de desodorante, que en origen eran frascos de perfume.
El caso narrado de Ladislao Biro ilustra dos tipos de
“descubrimientos”. Uno, el de la bolita de tinta al ver el juego de los niños
es en estado beta aunque el encuentro se produce seguramente por la extrema
concentración conseguida seguramente en el estado alfa o en el theta; en estos
estados de relajación profunda Biro consigue la concentración en lo que desea
conseguir y luego, habiendo arraigado en esos estados, se le facilita la visión
de una imagen cotidiana (los niños jugando con las bolitas de vidrio) en el
estado beta de vigilia.
El segundo se trata de modo evidente en un descubrimiento
hecho durante el sueño, mientras duerme ve en el paisaje onírico una aguja hipodérmica
que al despertar le facilita la conexión inmediata con el escenario buscado:
cómo cargar de tinta una lapicera y que permanezca allí dentro sin derramarse.
En sueños, mediante símbolos, imágenes arquetípicas o
metafóricas, el cerebro encuentra la solución para situaciones y problemas de
la vida cotidiana.
En el espacio de los sueños suelen encontrarse soluciones a
muchos problemas y situaciones de la vida cotidiana. La solución suele venir en
forma de imágenes, a veces altamente simbólicas. El nivel “Delta” suele
funcionar como una pista de aterrizaje de soluciones de orden superior, de gran
abstracción y por ende de gran poder de extensión material y práctica cuando se
acaban de aterrizar estas soluciones en el nivel “Beta” de la planeación consciente.
En el cuadro se puede situar muy concretamente la actividad
onírica. Puede afirmarse que se trata de una actividad que se produce en el
sistema nervioso humano cuando está funcionando a un ritmo de entre 0,5 y 3
Megaherzios por segundo, un estado llamado “Delta” de funcionamiento
Resumiendo, podemos afirmar que el cerebro funciona, según
la frecuencia de megaherzios a la que esté vibrando, en cuatro estados: el
propio de la vigilia y la conciencia despierta propia de la actividad racional
y de planificación; el estado de alfa o de “trance leve” en el que se despierta
la imaginación, te comienzan a “caer los veintes”, descubrimientos y conexiones
creativas inesperadas, es en el estado en el que los científicos descubren la
solución para su fórmula irresuelta y los novelistas encuentran la estructura
global que le van a dar a su obra; luego el estado de “trance profundo” llamado
“theta” en el cual se permite que el sistema endocrino se renueve, las cadenas
proteínicas del ADN se modifiquen de un modo nutriente, y es donde el tipo de
imaginación tiende a un grado de abstracción mayor y al “volver” de esos
estados, por ejemplo, luego de una meditación profunda o de una sesión
hipnótica, la persona trae una suerte de “mensaje” en el cual confía con toda
la fuerza de la vida y tiene certezas y comprensiones que lo conectan con el
nivel mayor de espiritualidad y con el resto de seres humanos en altos grados
de amor y compasión; por último, en el estado “delta” propio de la actividad
onírica se obtienen todo tipo de comprensiones, emociones fuertes (estas
últimas no se dan en alfa ni en theta) imaginería de tipo surrealista; la
persona puede incluso despertar y permanecer muy agitada debido a los sueños
(nada más alejado de los estados alfa y theta) puede incluso darse el caso que
mucha gente identifica como “dormí pero no descansé”.
Esto último resultó bien interesante en mi investigación con
los sueños, a los cuales he utilizado básicamente, a lo largo de mi vida, con
fines terapéuticos (para comprenderme y mejorar mi calidad de vida) y con fines
creativos (para crear ficciones en forma de cuentos o novelas), una persona no
necesita, para tener actividad de sueño, estar en paz ni mucho menos. De hecho,
cuando menos en paz se encuentre probablemente más sueñe; pero luego, la propia
tensión le impide acceder a la recordación de esos sueños.
Durante años he llevado “cuadernos de sueños”; recién en los
noventa del siglo pasado, empecé a seguir un sistema de trabajo con los mismos
que fuera más allá de la mera anotación por escrito. Dicho sistema lo
desarrollé a partir de la lectura de “El mensaje de los sueños” de Gayle M. V.
Delaney. Libro y sistema de trabajo con sueños que siempre recomiendo a las
personas que se quieran conocer a sí mismas y que quieran aprovechar la
creatividad procedente de los sueños. En el trabajo de Delaney vi comprobada mi
intuición acerca de que sólo es el soñador quien tiene todas las respuestas,
incluso las interpretaciones para su propio sueño y para su propia existencia,
de ahí que finalmente, cuando la vida me llevó al análisis gestáltico de
sueños, realmente tuve la sensación de llegar al fin a la tierra prometida. El
análisis gestáltico, que verdaderamente induce al soñador a indagar en las
diferentes dimensiones de su propio sueño tiene incluso, desde su origen un
componente creativo y literario que me fascinó. Al comienzo de su trabajo con
sueños, Fritz Perls habla de su modo de trabajo con los sueños como “método
Akutagawa”, haciendo referencia con este apellido a un relato de este autor
japonés en el que se va descubriendo la trama total de la obra a través de los
testimonios diversos y hasta opuestos de los diferentes personajes, quienes
experimentan la misma realidad desde diferentes perspectivas y consiguiendo que
la misma historia se convierta en un relato totalmente diferente según quien lo
cuenta. La peculiaridad de este relato, en comparación con otros que llevan
este procedimiento a cotas de excepcional genialidad, como “La piedra lunar”
del inglés Wilkie Collins o “Rosaura a las diez” del argentino Marco Denevi,
consiste en que en este relato de Ryunosuke Akutagawa, las sucesivas versiones
no le quitan verosimilitud a la anterior, fenómeno análogo sucede con el
trabajo de sueños de tipo gestáltico las sucesivas versiones del sueño, vistas
desde la diversas dimensiones que éste posee no le quita fuerza significativa a
las otras.
Tiene, además, el trabajo gestáltico, un componente
hipnótico del cual he observado que en muchos casos los terapeutas no son del
todo conscientes y que posee un gran significado y un gran poder indagatorio
para la persona que se decide a trabajar en el sueño. Cuando se trabaja con el
paciente, éste narra los diversos aspectos del sueño en tiempo presente, tal y
como si estuviera sucediendo ahora mismo.
Esta característica posee la capacidad, visto desde la
programación neurolingüística y desde el modelo ericksoniano de hipnosis, de
inducir trance; dicho de otro modo: coloca a la persona en estado alfa y por
momentos en estado theta aquí y ahora, mientras sucede el trabajo; la persona
puede pensar que está plenamente consciente de todo lo que hace siente y
piensa, está en realidad en trance —un trance observable en términos
neurofisiológicos de modo muy claro y evidente—; la persona tiene dilatación
pupilar, está confundida, tiene lentitud de movimiento, los procesos
ideomotrices e ideosensoriales están plenamente activos pero en un ritmo muy
muy lento y así un largo etcétera de indicios que en nuestros talleres
enseñamos a reconocer para poder trabajar con mayor profundidad en el sueño.
Este carácter “presente” de la relación de sueño es
fundamental y es el gran aporte de Perls; cuando un paciente narra algo antiguo
que aún se mantiene “vivo” y le molesta en la actualidad, muchas veces lo narra
en presente; y lo hace por un motivo muy concreto: porque eso aún sigue
sucediendo dentro de su mente; las situaciones no resueltas, antes que volver a
reproducirse en la vida cotidiana como patrones, están sucediendo continuamente
en la mente en una suerte de ciclo de eterno retorno individual y biográfico.
El siguiente pasaje de la novela “Un mundo para Julius” del
escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, ejemplifica un proceso de
congelamiento en una suerte de eterno presente —previo y contemporáneo al
impacto del dolor.
“Papá murió cuando el último de los hermanos en seguir
preguntando, dejó de preguntar cuándo volvía papá de viaje, cuando mamá dejó de
llorar y salió un día de noche, cuando se acabaron las visitas que entraban
calladitas y pasaban de frente al salón más oscuro del palacio (hasta en eso
había pensado el arquitecto), cuando los sirvientes recobraron su mediano tono
de voz al hablar, cuando alguien encendió la radio un día, papá murió” (2)
Siempre recuerdo este fragmento de prosa y acudo a él como a
una joya del acierto intuitivo. Describe el estado de congelación en un eterno
presente de las experiencias dolorosas. Experiencias que van tomando zonas de
nuestra actividad como un invasor sigiloso, seguimos pensando que la persona va
a volver, que nos van a llamar de nuevo de aquel trabajo, que aquella persona
desaparecida se comunica de modos misteriosos con nosotros; el llanto continúa
más o menos velado, hacemos silencio, vestimos de colores oscuros y no salimos
pero no sabemos por qué, la voz se vuelve susurrante como si hubiera un muerto
velándose en el cuarto de al lado, no escuchamos música, y todos a nuestro
alrededor, si no están infectados por el mismo virus, se dan cuenta, menos
nosotros mismos. Estamos en trance. A perpetuidad. Las veinticuatro horas del
día.
Buena parte de los estados negativos en que las personas
solemos quedarnos atascadas, se tratan de estados de trance hipnótico a los
cuales se puede entrar, para modificarlos, en el mismo nivel de frecuencia de
megaherzios (alfa o theta).
Hasta los siete años, edad que todos los estudiosos de los
procesos de desarrollo neuronal en la infancia, comenzando por Piaget (3), reconocen
como a un momento crucial, los infantes viven las veinticuatro horas del día en
estado alfa, es el único que conocen, su cerebro sólo usa esa frecuencia (de 8
a 13 Megaherzios por segundo); por este motivo, dice el mismo Piaget, sólo a
partir de esa edad los niños pueden desarrollar habilidades de pensamiento
lógico, y por la misma característica, propia de la naturaleza del desarrollo
de la neurología humana, hasta esa edad los niños “aprenden todo como
esponjas”, según la popular expresión. Ningún filtro restrictivo se opone a la
entrada continua de información; están, en palabras de Milton Erickson, es
estado de “máximo aprendizaje” durante todo el día.
Por este mismo motivo, en esas edades de enorme plasticidad
neuronal, se configuran los sistemas de creencias y los patrones perceptivos
que encauzarán el modelo cognitivo con el que la persona se manejará en su vida
adulta.
El gran hallazgo moderno, del modelo ericksoniano y otros,
consiste en que en ese mismo nivel de frecuencia neuronal es en el cual se
pueden efectuar cambios, tanto en los sistemas de creencias como en los
patrones perceptivos y en los hábitos, en consecuencia, de tipo emocional,
actitudinal y conductual.
En el trabajo que desarrollamos en la Escuela Internacional
de Coaching de Xalapa con los sueños, empleamos el modelo de Fritz Perls,
trayendo al “presente” verbal y mental las diferentes dimensiones del sueño en
un contexto de configuración sistémica (constelación estructural) para, según
expresión de Michel Foucault, “hacerle decir” (al sueño) “lo que estaba
lejanamente dicho”(4).
Con este trabajo, incluso la persona que habitualmente cree
que no sueña, comienza a soñar; retoma, saludablemente, contacto con esta zona
de actividad de su cerebro. De hecho, en el trabajo con “Cuaderno de sueños”, a
poco que se comience a trabajar, observa uno que puede soñar a voluntad puede
agregar a los propios sueños elementos que desea colocar en ese espacio y puede
hacer aquello tan agradable que tanta gente hace que consiste en retomar un
sueño luego de ser despertado involuntariamente. Delaney afirma con mucha base
experiencial que cuando se comienza a trabajar en profundidad con los sueños,
la frontera entre consciente e inconsciente se borra; llega la persona a desarrollar
conciencia observadora dentro del sueño.
A esta altura, esto no es tan ilógico puesto que el sueño,
en la perspectiva encefalográfica, no es otra cosa que una actividad adicional
de la misma máquina (el cerebro) a unos megaherzios de distancia del resto de
actividades.
Ahora bien, el propósito más importante de nuestro trabajo
de “Taller de sueños”, consiste en la recuperación de las partes perdidas del
sueño a través de la interpretación de esas partes en una constelación, no de
tipo familiar, sino estructural. La recuperación de estos sectores de nuestra
psique no solo produce en quien la practica la sensación de comprensión
profunda sobre sí mismo, sobre qué debe hacer en determinadas circunstancias de
su propia vida o dónde ir a buscar y encontrar los recursos que ahora mismo
necesita para solucionar determinado asunto, sino que además produce una suerte
de shock vital que lo revitaliza y le hace ganar espacios en la conciencia para
la salud y el bienestar.
Los invitamos cordialmente a nuestro próximo “Taller de
sueños”, todos los jueves de 7 a 10 PM. Comienza el 4 de octubre de 2018. (Duración: siete meses)
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa
Avenida Américas 286, Depto. 1, esquina Niños Héroes
Teléfono 2281 78 07 00
(1) “La
nueva neurociencia de la psicoterapia, la hipnosis terapéutica y la
rehabilitación: un dialogo creativo con nuestros genes”. Ernest Lawrence Rossi
y Kathryn Lane Rossi (Instituto Milton H. Erickson de la Costa Central de
California. 2009 (Disponible en internet)
(2) “Un
mundo para Julius”, Alfredo Bryce Echenique “Maestros de literatura universal.
Latinoamerica. Bogotá, Colombia. 1985
(3) “Psicología
y Pedagogía”. Jean Piaget. Editorial Sarpe, 1983, Madrid, España.
(4) “El
orden del discurso” Michel Foucault, Tusquets Editores 1999, Barcelona, España
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