domingo, 23 de septiembre de 2018

Sueños como espacios de resolución. Héctor D’Alessandro

La actividad onírica ha sido descrita de diferentes maneras y, según quien realizaba la pintura de la misma, con diferentes fines. Y ha tenido prioridad, en el amplio espectro que va de la descripción a la interpretación, el objetivo de conocer en qué puede informar el sueño o en qué medida puede resultar útil para el mundo de la vigilia. A lo largo de veinte siglos de historia humana, la observación descriptiva de los sueños osciló desde la finalidad premonitoria, en la cual la actividad onírica tiene una función de aviso sobre lo que pueda pasar en la conciencia despierta, hasta la interpretación freudiana que la sitúa como un evento durante el cual el sujeto descarga tensiones de origen libidinal o, alternativamente, es informado acerca de las represiones que ha estado realizando en el marco de su biografía consciente.

Hasta la invención del electroencefalograma no se pudo situar, con exactitud, al sueño, como una actividad neurofisiológica enmarcada en unos parámetros científicos mensurables y en un contexto de actividad altamente especializada.
A continuación presentamos un cuadro en el que se pueden apreciar las diversas actividades que cumple el cerebro según el nivel de frecuencia electromagnética (o sea: a cuántos megaherzios por segundo se encuentra funcionando).
La concepción sobre el cerebro que nos presenta el electroencefalógrafo es bien interesante; muestra un órgano que funciona de una manera extremadamente original. Para comprenderlo, imaginen una máquina que según a la velocidad a la que esté desplegando su actividad, cambia la cualidad de la actividad, e incluso, lo más asombroso, el tipo mismo de actividad. Pongamos un ejemplo: un coche puede ir a cuarenta quilómetros por hora y en determinados sitios puede desplazarse a ciento cincuenta, pero básicamente la función casi única que desarrolla es la de desplazarse; en cambio, nuestro cerebro, si va a gran velocidad no puede tener una comprensión profunda en torno al propósito vital de la existencia, a menos que haya prefijado este objetivo en otro nivel, es decir: en otro estado, a otra velocidad de frecuencia medida en megaherzios, Imaginen una cafetera que sólo pudiera preparar café con leche a cuarenta grados de temperatura del agua pero no a cuarenta y un grados, y que pudiera preparar un café americano a cien pero nunca a noventa y cinco grados. Y que llegado al punto de recalentamiento del sistema, cancelara la actividad como cafetera por completo y sólo emitiera música. Si, ya lo sé, hoy día se puede conseguir esta proeza de actividad tecnológica, pero en el cerebro humano existe de modo natural.

Al recorrer la escala de actividades que se dan, según sea la frecuencia en que se encuentra la actividad general del cerebro, podemos percatarnos de que en el llamado estado “Beta”, dentro de unos niveles de frecuencia que no rebasen los catorce megaherzios se da el proceso conocido como “control consciente”, “razonamiento lógico”, se “toman decisiones”, etc. Cabe agregar que a niveles más altos, como a veintitrés megaherzios por segundo, se dan los conocidos procesos de estrés negativo, ataques de pánico, ansiedad, etc.
Muy bien, si continuamos observando la escala, en el siguiente nivel o estado del funcionamiento cerebral, se encuentra el muy conocido y popularizado “estado Alfa” de la mente, en el cual se producen actividades tales como el pensamiento creativo, actividades imaginativas e incluso meditativas. Actividades todas que “no pasan”, como suele decirse, “por el control consciente”. Destaco esta situación porque a partir de este nivel alfa y en adelante, ninguna de las actividades que vienen a continuación pasa por el llamado “control consciente”. De ahí que muchas de ellas: desde los descubrimientos o comprensiones profundas que una persona pueda obtener acerca de su propia actividad creativa o imaginativa o acerca de su real propósito en la existencia, no sean, en primera instancia, describibles mediante el lenguaje analítico y secuencial. Cómo se describe en esos términos el pálpito de que uno está en un camino cierto al emprender cierta investigación, sea ésta del nivel de consciencia que sea.
En el mismo cuadro se puede apreciar que, en el estado de funcionamiento cerebral llamado “Theta”, la actividad cerebral se desarrolla entre 4 y 7 Megaherzios.
En el estado “Theta” se producen cambios muy profundos, como han demostrado los doctores Rossi (1), ex colaboradores de Milton Erickson y continuadores de sus investigaciones, en la renovación de las cadenas proteínicas del ADN humano, en el auto desarrollo en las artes humanísticas, en el autoconocimiento y en el cuidado de sí.
El creador del moderno bolígrafo, llamado en principio “Birome”, fue el inventor Ladislao Biro, quien habiendo creado previamente una estilográfica de recarga luego de haber soñado con una aguja hipodérmica de inyecciones, sueño que le dio la solución a su problema técnico para la escritura, acabó encontrando la solución técnica para la creación de su famoso bolígrafo al ver jugar a unos niños con canicas y ver como una bolita atravesaba un charco de agua y recorría el seco suelo dejando a su paso una línea de agua. Halló el recurso necesario para la invención de la “birome”, una punta esférica giratoria, solución que aplicó a otra área en donde innovó: el “rolón” de los frascos de desodorante, que en origen eran frascos de perfume.
El caso narrado de Ladislao Biro ilustra dos tipos de “descubrimientos”. Uno, el de la bolita de tinta al ver el juego de los niños es en estado beta aunque el encuentro se produce seguramente por la extrema concentración conseguida seguramente en el estado alfa o en el theta; en estos estados de relajación profunda Biro consigue la concentración en lo que desea conseguir y luego, habiendo arraigado en esos estados, se le facilita la visión de una imagen cotidiana (los niños jugando con las bolitas de vidrio) en el estado beta de vigilia.
El segundo se trata de modo evidente en un descubrimiento hecho durante el sueño, mientras duerme ve en el paisaje onírico una aguja hipodérmica que al despertar le facilita la conexión inmediata con el escenario buscado: cómo cargar de tinta una lapicera y que permanezca allí dentro sin derramarse.
En sueños, mediante símbolos, imágenes arquetípicas o metafóricas, el cerebro encuentra la solución para situaciones y problemas de la vida cotidiana. 
En el espacio de los sueños suelen encontrarse soluciones a muchos problemas y situaciones de la vida cotidiana. La solución suele venir en forma de imágenes, a veces altamente simbólicas. El nivel “Delta” suele funcionar como una pista de aterrizaje de soluciones de orden superior, de gran abstracción y por ende de gran poder de extensión material y práctica cuando se acaban de aterrizar estas soluciones en el nivel “Beta” de la planeación consciente. 
En el cuadro se puede situar muy concretamente la actividad onírica. Puede afirmarse que se trata de una actividad que se produce en el sistema nervioso humano cuando está funcionando a un ritmo de entre 0,5 y 3 Megaherzios por segundo, un estado llamado “Delta” de funcionamiento
Resumiendo, podemos afirmar que el cerebro funciona, según la frecuencia de megaherzios a la que esté vibrando, en cuatro estados: el propio de la vigilia y la conciencia despierta propia de la actividad racional y de planificación; el estado de alfa o de “trance leve” en el que se despierta la imaginación, te comienzan a “caer los veintes”, descubrimientos y conexiones creativas inesperadas, es en el estado en el que los científicos descubren la solución para su fórmula irresuelta y los novelistas encuentran la estructura global que le van a dar a su obra; luego el estado de “trance profundo” llamado “theta” en el cual se permite que el sistema endocrino se renueve, las cadenas proteínicas del ADN se modifiquen de un modo nutriente, y es donde el tipo de imaginación tiende a un grado de abstracción mayor y al “volver” de esos estados, por ejemplo, luego de una meditación profunda o de una sesión hipnótica, la persona trae una suerte de “mensaje” en el cual confía con toda la fuerza de la vida y tiene certezas y comprensiones que lo conectan con el nivel mayor de espiritualidad y con el resto de seres humanos en altos grados de amor y compasión; por último, en el estado “delta” propio de la actividad onírica se obtienen todo tipo de comprensiones, emociones fuertes (estas últimas no se dan en alfa ni en theta) imaginería de tipo surrealista; la persona puede incluso despertar y permanecer muy agitada debido a los sueños (nada más alejado de los estados alfa y theta) puede incluso darse el caso que mucha gente identifica como “dormí pero no descansé”.
Esto último resultó bien interesante en mi investigación con los sueños, a los cuales he utilizado básicamente, a lo largo de mi vida, con fines terapéuticos (para comprenderme y mejorar mi calidad de vida) y con fines creativos (para crear ficciones en forma de cuentos o novelas), una persona no necesita, para tener actividad de sueño, estar en paz ni mucho menos. De hecho, cuando menos en paz se encuentre probablemente más sueñe; pero luego, la propia tensión le impide acceder a la recordación de esos sueños.
Durante años he llevado “cuadernos de sueños”; recién en los noventa del siglo pasado, empecé a seguir un sistema de trabajo con los mismos que fuera más allá de la mera anotación por escrito. Dicho sistema lo desarrollé a partir de la lectura de “El mensaje de los sueños” de Gayle M. V. Delaney. Libro y sistema de trabajo con sueños que siempre recomiendo a las personas que se quieran conocer a sí mismas y que quieran aprovechar la creatividad procedente de los sueños. En el trabajo de Delaney vi comprobada mi intuición acerca de que sólo es el soñador quien tiene todas las respuestas, incluso las interpretaciones para su propio sueño y para su propia existencia, de ahí que finalmente, cuando la vida me llevó al análisis gestáltico de sueños, realmente tuve la sensación de llegar al fin a la tierra prometida. El análisis gestáltico, que verdaderamente induce al soñador a indagar en las diferentes dimensiones de su propio sueño tiene incluso, desde su origen un componente creativo y literario que me fascinó. Al comienzo de su trabajo con sueños, Fritz Perls habla de su modo de trabajo con los sueños como “método Akutagawa”, haciendo referencia con este apellido a un relato de este autor japonés en el que se va descubriendo la trama total de la obra a través de los testimonios diversos y hasta opuestos de los diferentes personajes, quienes experimentan la misma realidad desde diferentes perspectivas y consiguiendo que la misma historia se convierta en un relato totalmente diferente según quien lo cuenta. La peculiaridad de este relato, en comparación con otros que llevan este procedimiento a cotas de excepcional genialidad, como “La piedra lunar” del inglés Wilkie Collins o “Rosaura a las diez” del argentino Marco Denevi, consiste en que en este relato de Ryunosuke Akutagawa, las sucesivas versiones no le quitan verosimilitud a la anterior, fenómeno análogo sucede con el trabajo de sueños de tipo gestáltico las sucesivas versiones del sueño, vistas desde la diversas dimensiones que éste posee no le quita fuerza significativa a las otras. 
Tiene, además, el trabajo gestáltico, un componente hipnótico del cual he observado que en muchos casos los terapeutas no son del todo conscientes y que posee un gran significado y un gran poder indagatorio para la persona que se decide a trabajar en el sueño. Cuando se trabaja con el paciente, éste narra los diversos aspectos del sueño en tiempo presente, tal y como si estuviera sucediendo ahora mismo.
Esta característica posee la capacidad, visto desde la programación neurolingüística y desde el modelo ericksoniano de hipnosis, de inducir trance; dicho de otro modo: coloca a la persona en estado alfa y por momentos en estado theta aquí y ahora, mientras sucede el trabajo; la persona puede pensar que está plenamente consciente de todo lo que hace siente y piensa, está en realidad en trance —un trance observable en términos neurofisiológicos de modo muy claro y evidente—; la persona tiene dilatación pupilar, está confundida, tiene lentitud de movimiento, los procesos ideomotrices e ideosensoriales están plenamente activos pero en un ritmo muy muy lento y así un largo etcétera de indicios que en nuestros talleres enseñamos a reconocer para poder trabajar con mayor profundidad en el sueño.
Este carácter “presente” de la relación de sueño es fundamental y es el gran aporte de Perls; cuando un paciente narra algo antiguo que aún se mantiene “vivo” y le molesta en la actualidad, muchas veces lo narra en presente; y lo hace por un motivo muy concreto: porque eso aún sigue sucediendo dentro de su mente; las situaciones no resueltas, antes que volver a reproducirse en la vida cotidiana como patrones, están sucediendo continuamente en la mente en una suerte de ciclo de eterno retorno individual y biográfico.
El siguiente pasaje de la novela “Un mundo para Julius” del escritor peruano Alfredo Bryce Echenique, ejemplifica un proceso de congelamiento en una suerte de eterno presente —previo y contemporáneo al impacto del dolor.
“Papá murió cuando el último de los hermanos en seguir preguntando, dejó de preguntar cuándo volvía papá de viaje, cuando mamá dejó de llorar y salió un día de noche, cuando se acabaron las visitas que entraban calladitas y pasaban de frente al salón más oscuro del palacio (hasta en eso había pensado el arquitecto), cuando los sirvientes recobraron su mediano tono de voz al hablar, cuando alguien encendió la radio un día, papá murió” (2)
Siempre recuerdo este fragmento de prosa y acudo a él como a una joya del acierto intuitivo. Describe el estado de congelación en un eterno presente de las experiencias dolorosas. Experiencias que van tomando zonas de nuestra actividad como un invasor sigiloso, seguimos pensando que la persona va a volver, que nos van a llamar de nuevo de aquel trabajo, que aquella persona desaparecida se comunica de modos misteriosos con nosotros; el llanto continúa más o menos velado, hacemos silencio, vestimos de colores oscuros y no salimos pero no sabemos por qué, la voz se vuelve susurrante como si hubiera un muerto velándose en el cuarto de al lado, no escuchamos música, y todos a nuestro alrededor, si no están infectados por el mismo virus, se dan cuenta, menos nosotros mismos. Estamos en trance. A perpetuidad. Las veinticuatro horas del día.
Buena parte de los estados negativos en que las personas solemos quedarnos atascadas, se tratan de estados de trance hipnótico a los cuales se puede entrar, para modificarlos, en el mismo nivel de frecuencia de megaherzios (alfa o theta).
Hasta los siete años, edad que todos los estudiosos de los procesos de desarrollo neuronal en la infancia, comenzando por Piaget (3), reconocen como a un momento crucial, los infantes viven las veinticuatro horas del día en estado alfa, es el único que conocen, su cerebro sólo usa esa frecuencia (de 8 a 13 Megaherzios por segundo); por este motivo, dice el mismo Piaget, sólo a partir de esa edad los niños pueden desarrollar habilidades de pensamiento lógico, y por la misma característica, propia de la naturaleza del desarrollo de la neurología humana, hasta esa edad los niños “aprenden todo como esponjas”, según la popular expresión. Ningún filtro restrictivo se opone a la entrada continua de información; están, en palabras de Milton Erickson, es estado de “máximo aprendizaje” durante todo el día.
Por este mismo motivo, en esas edades de enorme plasticidad neuronal, se configuran los sistemas de creencias y los patrones perceptivos que encauzarán el modelo cognitivo con el que la persona se manejará en su vida adulta.
El gran hallazgo moderno, del modelo ericksoniano y otros, consiste en que en ese mismo nivel de frecuencia neuronal es en el cual se pueden efectuar cambios, tanto en los sistemas de creencias como en los patrones perceptivos y en los hábitos, en consecuencia, de tipo emocional, actitudinal y conductual.
En el trabajo que desarrollamos en la Escuela Internacional de Coaching de Xalapa con los sueños, empleamos el modelo de Fritz Perls, trayendo al “presente” verbal y mental las diferentes dimensiones del sueño en un contexto de configuración sistémica (constelación estructural) para, según expresión de Michel Foucault, “hacerle decir” (al sueño) “lo que estaba lejanamente dicho”(4).
Con este trabajo, incluso la persona que habitualmente cree que no sueña, comienza a soñar; retoma, saludablemente, contacto con esta zona de actividad de su cerebro. De hecho, en el trabajo con “Cuaderno de sueños”, a poco que se comience a trabajar, observa uno que puede soñar a voluntad puede agregar a los propios sueños elementos que desea colocar en ese espacio y puede hacer aquello tan agradable que tanta gente hace que consiste en retomar un sueño luego de ser despertado involuntariamente. Delaney afirma con mucha base experiencial que cuando se comienza a trabajar en profundidad con los sueños, la frontera entre consciente e inconsciente se borra; llega la persona a desarrollar conciencia observadora dentro del sueño.
A esta altura, esto no es tan ilógico puesto que el sueño, en la perspectiva encefalográfica, no es otra cosa que una actividad adicional de la misma máquina (el cerebro) a unos megaherzios de distancia del resto de actividades.
Ahora bien, el propósito más importante de nuestro trabajo de “Taller de sueños”, consiste en la recuperación de las partes perdidas del sueño a través de la interpretación de esas partes en una constelación, no de tipo familiar, sino estructural. La recuperación de estos sectores de nuestra psique no solo produce en quien la practica la sensación de comprensión profunda sobre sí mismo, sobre qué debe hacer en determinadas circunstancias de su propia vida o dónde ir a buscar y encontrar los recursos que ahora mismo necesita para solucionar determinado asunto, sino que además produce una suerte de shock vital que lo revitaliza y le hace ganar espacios en la conciencia para la salud y el bienestar.
Los invitamos cordialmente a nuestro próximo “Taller de sueños”, todos los jueves de 7 a 10 PM. Comienza el 4 de octubre de 2018. (Duración: siete meses)
Escuela Internacional de Coaching de Xalapa

Avenida Américas 286, Depto. 1, esquina Niños Héroes
Teléfono 2281 78 07 00



(1)  “La nueva neurociencia de la psicoterapia, la hipnosis terapéutica y la rehabilitación: un dialogo creativo con nuestros genes”. Ernest Lawrence Rossi y Kathryn Lane Rossi (Instituto Milton H. Erickson de la Costa Central de California. 2009 (Disponible en internet)
(2)  “Un mundo para Julius”, Alfredo Bryce Echenique “Maestros de literatura universal. Latinoamerica. Bogotá, Colombia. 1985
(3)  “Psicología y Pedagogía”. Jean Piaget. Editorial Sarpe, 1983, Madrid, España.
(4)  “El orden del discurso” Michel Foucault, Tusquets Editores 1999, Barcelona, España

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