Héctor D’Alessandro
Feedback se puede traducir como realimentación, reacción o
también como estímulo de respuesta.
La eficacia excelente en el arte del feedback se sustenta en
la teoría que da estructura y congruencia a la emisión de tu feedback
En realidad, todos estamos en disposición de dar respuesta o
estímulo, de hecho, lo hacemos continuamente.
El problema radica en que muchas veces nuestro feedback
desconcierta, desanima, o sume en una condición no demasiado positiva a la
persona con quien interactuamos.
No moviliza energía en esa persona como para que se ponga en
una actitud proactiva, o reflexiva que pueda resultarle útil. La deja, en
muchas ocasiones, igualmente inactiva y a veces igualmente dormida respecto de
su comportamiento inconsciente, de sus actitudes, de sus respuestas fijas que
se han vuelto patrones inamovibles.
Un buen feedback debería, en condiciones óptimas, movilizar
la energía del cliente o del paciente y hacerlo percibir aquello que hasta el
momento de llegar a nuestra consulta no podía percibir, no tenía permiso para
percibir o tenía sistémicamente vedado percibir.
Un buen feedback debe sacar al cliente de su zona de confort
y teniendo una intención positiva, debe poseer energía e intensidad suficientes
para que el cliente empiece al fin a despertar de aquella zona donde no va a
encontrar respuestas o de aquella actitud con la cual tampoco va a encontrar,
ni respuesta ni solución a sus asuntos o a sus bloqueos.
En cierta ocasión, la terapeuta Ariadna Aragón, me preguntó
cómo era que daba los feedbacks que doy, que, pareciendo en apariencia “suaves
o sutiles”, escarbaban, sin embargo, en zonas realmente amenazantes para el
cliente.
Esa pregunta me hizo reflexionar y observar, me hizo
automodelarme, para averiguar en dónde radica la fuerza tranquila del feedback
que aprendí, con grandes maestros, a dar.
Puedo mencionar a varios, sobre todo a mi maestro de
rebirthing, Adolfo Domínguez Martínez, una persona que descargaba sus
“feedbacks” sobre el alumno con una potencia, con una vitalidad y sobre todo
con una certeza demoledora y de quien aprendí simplemente estando a su lado en
los cursos, siguiéndolo paso a paso y en definitiva imitándolo.
Pero, el feedback está basado, puedo afirmarlo hoy con
claridad, en el entrenamiento que tú
tengas como coach o facilitador en una teoría. El entrenamiento que tengas para
no divagar y saltar con tu mente a cualquier ámbito mental del sentido común o
de los antiguos aprendizajes, no siempre positivos. El feedback está vinculado
a la congruencia personal a nivel profesional. Si la teoría que estás enseñando
ha pasado a formar parte tuya con una grado de consustancialidad importante, es
decir, si has transformado realmente tu modo de pensar y percibes el mundo y la
interacción a cabalidad de ese modo y lo haces durante las veinticuatro horas
del día, realmente has reseteado tu mente y nada puede afectarla, ni las
opiniones circunstanciales de los clientes ni el pernicioso deseo de quedar
bien con el cliente. Si has adquirido, por ejemplo, la capacidad de encontrar
la solución ante cada problema, nadie te podrá hacer creer que un asunto humano
no tiene solución; y por lo tanto, por derrotista que resulte el cliente, no va
a seducirte con esos falsos cantos de sirena que conducen a la ansiedad o a la
depresión de siempre.
En ese sentido, un entrenamiento neurofisiológico, en
pensamiento, en pensamiento teórico, en actitud corporal, en postura física, en
lectura del propio interior, en busca de los sentimientos que aquí y ahora se
están manifestando, con la poderosa teoría del Análisis Transaccional, te va a
proveer de una fuerza y una presencia interior capaces de leer con certeza y de
reaccionar (o sea: dar feedback) con pasmosa puntería ante cada estimulo
procedente del cliente.
El Análisis Transaccional te permite dar en el clavo porque
es una lectura dinámica y multidimensional de la realidad del cliente. Te
permite leer dónde está y adónde se dirige y advertirle (con el feedback que el
cliente necesite en cada momento: mandato, permiso, fuerza, ternura, acción,
pasividad) para que rectifique su camino.
Si lees la realidad desde el punto de vista del Análisis
Transaccional acertarás en el cien por cien de los casos en cuanto a los
posibles escenarios futuros del cliente y le aportarás herramientas
neurofisiológicas suficientes y necesarias para que altere a voluntad su estado
interno y su camino.
Un amigo, me dijo en España en cierta ocasión, durante un
taller de AT, “esto es fantástico, es como un entrenamiento de “marine” para el
cuerpo mente: no te deja caer y siempre sabes a dónde ir”.
Había aprendido a leer sus caídas en la laxitud del desánimo
inducido por el guion vital y a rechazar con enérgica resolución los caminos
que no eran el suyo. Había aprendido que merecía algo mejor para su vida.
El Análisis Transaccional nos enseña que lo que más frena a
las personas y las convierte en viles payasos de su propia vida, en cobardes
observadores de la vida de los otros, en falsos hombres poderosos, en trapos
donde limpiarse los zapatos para otro, es que las personas tienen incorporados,
desde la época en que eran niños y admitían sin filtros reflexivos todo el
material que se les transmitía en el orden intelectual o físico desde del
exterior. Un material ante el cual no podían defenderse, dado que entre los
cero años de edad y los siete, los niños permanecen las veinticuatro horas del
día en estado de trance hipnótico, es decir, con sus cerebros funcionando en la
banda de frecuencia de entre ocho y trece mega hertzios (MHZ) por segundo y por
lo tanto estaban grabando toda la información circundante como propia. Así
grabaron y resultaron programados para conocerse a sí mismos con aquellas
palabras con que los designaban los alumnos.
Una investigación realizada en EEUU y en el Reino Unido con
micrófonos de grabación colocados detrás de la oreja, determinó que en los ocho
primeros años de vida los niños reciben: 1 Aprobación cada 9 reprimendas y,
escuchen bien y vean los que dicen los datos: más de 100 mil negativas del tipo
¡No hagas eso! ¡No pongas la mano ahí! ¡No rayes eso!
Esto da un resultado de 34,2 negativas diarias y el día solo
tiene 24 horas.
Supongamos que el niño duerme ocho horas, lo cual no es
verdad en los primeros años de vida, aun así da un escalofriante resultado de,
atiendan bien:
2 negativas por hora en los primeros ocho años de vida. Dos
aprobaciones diarias frente a 34,2.
Las investigaciones en desarrollo de capacidades cognitivo
afectivas indican que los niños hacen las cosas bien para recibir la aprobación
de mamá y “éxito” en términos de esta teoría del aprendizaje, significa ni más
ni menos que recibir la aprobación de mamá. Imaginen entonces cuál es la
situación real de los niños que fuimos y que aún llevamos dentro de nosotros.
Luego de leer estos datos, cuesta un poco afirmar que somos personas positivas.
El Análisis Transaccional te permite leer mucho más allá de las aprobaciones y
las restricciones y detectar realmente dónde están viviendo en tu interior (en
tu niño, en tu adulto o en tus padres interiorizados inconscientemente) los
permisos y los mandatos.
La gente está llena de “mandatos” y “permisos”; el problema
radica en que las personas muchas veces no saben que tienen permiso para
triunfar pero solo con el mandato de hacerse daño con ese permiso. O bien
tienen permiso para fracasar con el mandato contradictorio de que triunfen, con
lo cual su fracaso, del que platicarán al mundo con una sonrisa incongruente,
es en realidad el éxito que se esperaba de ellos. Nada de esto se hará evidente
si el feedback no es el adecuado; llevas muchos años de trampas y autosabotajes
para que esos elementos perniciosos de tu vida salgan a la luz con bonitas
palabras desacertadas. Para esto el arte del feedback, que aprenderás a
producir en niveles excelentes, resulta fundamental.
En el modelo de trabajo neurofisiológico que propongo,
trabajaremos con tu propio interior inconsciente y cambiar desde el nivel
celular esos permisos y mandatos incongruentes que no te permiten vivir tu
propio destino.
Contacta con tu Niño Interior Maravilloso, fuente de toda
potencialidad y de toda creatividad, para ser amado y próspero.
Héctor D’Alessandro
Comenzamos el 25 de marzo a las 10 AM. Seis sesiones en
total.
25 de marzo de 201722 de abril
20 de mayo
17 de junio
15 de julio
19 de agosto
2281 78 07 00 – 2281 82 88 84
Xalapeños Ilustres 88 (Col. Centro – Xalapa)
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